SUE día 2: The Ganjas / The Jesus and Mary Chain / R.E.M.
Martes 4.11.2008
Movistar Arena

Por Gabriel Pinto

La segunda noche del Festival SUE fue, además de histórica, sorprendente. Con la firme convicción de que cualquier comentario sobre la jornada anterior había sido demasiado positivo y que más de alguien se cegó por lo que vio, iba con el espíritu crítico a flor de piel, esperando una noche correcta, sin demasiadas luces ni brillos. Y me equivoqué como nunca antes: cualquier expectativa y prejuicio que me había armado fue aplastado categóricamente ante lo visto, lo oído y lo sentido.

A eso de las 19:45 horas la agrupación nacional The Ganjas dio inicio a esta jornada musical. Convertidos a estas alturas en el invitado de piedra de cualquier evento organizado por DG Medios, el cuarteto desplegó su psicodelia rockera ante un Movistar Arena a medio llenar. Sin embargo, The Ganjas logró encender a la audiencia con un show breve y enérgico: posiblemente inspirados por lo que vendría a continuación, y casi a modo de homenaje, no fue extraño que su actuación se iniciara con “Sonic redemption???. Que quede a libre interpretación.

Era difícil prever lo que vendría después. La sola presencia de The Jesus and Mary Chain en Chile tenía un significado especial por sí sola: ahí, ante todos los asistentes, no sólo se encontraban los autores de dos discos trascendentales como son Darklands (1987) y Psychocandy (1985), ni los principales impulsores del uso del feedback al momento de hacer música; ni siquiera los inspiradores de bandas tan disímiles como My Bloody Valentine, Black Rebel Motorcycle Club o Magnetic Fields. Ahí había una banda de peso, que brillaba más allá de lo que su historia, o sus continuas menciones a lo largo de ella, podrían decir. Que iniciaran su set de canciones con temas rápidos, excitantes y ruidosos (“Snakedriver???, “Far, gone and out??? y “Head On??? en los primeros 20 minutos) dejó en claro que lo suyo es una marca de fábrica establecida que encontró su sonido años atrás.

Con el pasar de las canciones, la apatía y aparente incomodidad de Jim Reid sobre el escenario se fue desvaneciendo: ahí apareció un Reid más emotivo y oscuro en los temas calmos (“Some candy talking???, “Teenage lust???), y otro más expresivo y potente en el regreso al ruido (“Halfway to crazy???, “Kennedy song???). Que el público empezara a aplaudir y corear con menos timidez también fue reflejo de lo anterior: “Just like honey???, piel de gallina, gritos y ojos llorosos de por medio, fue uno de los momentos en que el público y la banda entró en mayor sintonía. Con la incendiaria “Reverence??? (¡Quiero morir! / ¡quiero morir! /¡No vendería mi alma / pero me colgaría por esto!) los escoceses dieron por terminado su impresionante y, ya dicho, histórico show. ¿Que si faltaron canciones? Muchas, incontables. ¿Debieron haber tocado más? No cabe duda. Pero con un Movistar Arena retumbando con los últimos acordes de “Reverence??? y los oídos zumbando por la potencia de esa canción, bien se podría decir que cualquier deuda estaba saldada.

Lo de R.E.M. fue punto y aparte. Acostumbrados a bandas que privilegian los aspectos visuales por sobre los musicales, el show de R.E.M. deslumbró a todos los presentes: un Michael Stipe en estado de gracia, corriendo por todo el escenario, cantando alegre y sin cansancio contagió al público. Apoyado por un sólido grupo de músicos –afiatados entre si, correctos en sus intervenciones, sin personalismos– un Movistar Arena repleto coreó y saltó con todas de las canciones que se cruzaron por delante: “It’s the end of the world as we know it (and I feel fine)???, “Imitation of life???, “Orange crush??? y “Radio free Europe??? fueron algunas de ellas.

Paseándose por toda su discografía, tocando algunas canciones que el día anterior no sonaron, Stipe entraba y salía todo el tiempo del escenario. ¿La razón? No limitado a ofrecer un potente espectáculo, el calvo seguía paso a paso los resultados de las elecciones en Estados Unidos, transmitiendo su esperanza y emoción a todos los asistentes. Revisando los mensajes de texto que llegaban a su celular entre cada canción, anunciaba cada noticia como algo bueno para todos. Que luego hiciera entrar a su manager para que confirmara la elección de Obama como presidente no dejó de ser un gesto que mostró la coherencia política de Stipe. Ya fuera dedicándole canciones, llenando la pantalla de rostros del candidato, usando una polera estampada con su imagen o subiendo público al escenario para que cantaran por él, la presencia de Barack Obama no pudo ser ignorada por ninguno de los asistentes.

La significativa “Man on the moon??? tomó un mayor simbolismo ante tal efervescencia política: reflejados en ella estuvieron todos los buenos deseos que Stipe le dedicó al público. Parafraseando el comentario de la primera noche por Nicolás Castro, este es un concierto que por el sonido, la magnitud, lo redondo y lo histórico se encontrará entre lo mejor del año. Todavía me permito citar el comentario que Claudio Ruiz –colaborador de este sitio– me hizo a la salida: “Gran banda R.E.M. Con los dos primeros temas que tocaron ya te habías dado cuenta que eran una banda de verdad???. No podría estar más de acuerdo.