El sábado 22 de julio las bandas Ionósfera y Osorezan animaron una nueva fecha del ciclo LeRock en Sala Master. Freddy Olguín y Pablo Meneses comentan la jornada.

Ionósfera

“Lisérgicas melodías psicodélicas”. Esa era parte de la descripción con la que el sello LeRockPsicophonique anunciaba el show de Ionósfera, banda encabezada por Pablo Yovane (guitarra y voz), junto a su hermano Tomás Yovane (batería), Felipe Grez (bajo) y Sebastián Grez (sintetizadores). Encargados de abrir una jornada doble que comenzó puntualmente, los integrantes del cuarteto se apegaron bastante a esa descripción, con la premisa de captar la atención del público presente en Sala Master, por medio de ambientes que combinan de manera equilibrada estridencia y quietismo, con una actitud reconcentrada muy en sintonía con la música que desarrollan.

Los paisajes propuestos en vivo por Ionósfera, en gran medida instrumentales, son eficazmente matizados por la voz de Pablo Yovane, que de vez en cuando se acerca al micrófono para cantar sobre las composiciones más tranquilas y cósmicas de la banda, la mayoría en modo psicodélico y ricas en guitarras prístinas, sutilmente adornadas por los sintetizadores, acaso lo más cercano a la sonoridad de ciencia ficción vintage que el cuarteto pretende realizar. Yovane a la vez se encarga de agradecer a los presentes y presentar algunos temas, conservando cierta solemnidad, que se extendería durante todo el show. Como si se tratara de una ceremonia lo suficientemente estudiada, lo de Ionósfera consigue provocarnos e inaugurar con personalidad esta nueva fecha de LeRock. (FO)

Osorezan

Cuenta la tradición budista que el Monte Osore es el lugar sagrado de Japón que marca el punto de unión entre el cielo y el infierno: Frondosos bosques se funden con terrenos arrasados por erupciones volcánicas, en una potente alegoría sobre la vida y la muerte. Esa misma dualidad se hace evidente en la música de Osorezan (“Montaña del Miedo” en español), septeto activo desde 2015 que integra en su obra las influencias de la escudería canadiense Constellation y de artistas como Swans, Sonic Youth, Have A Nice Life y Ärvo Pärt, entre otros, para crear un sonido que está a años luz de ser una copia: sus intensas atmósferas instrumentales dejan en claro que la intención es explorar el sonido hasta sus últimas posibilidades, algo que pronto podremos disfrutar plasmado en su primer LP.

En su show del sábado 22 en Sala Master, tras el pase de Ionósfera, la banda –reducida a seis integrantes por la ausencia de su violinista, aquejado por problemas de salud- interpretó un set en donde cada una de las piezas se desarrollaron en cámara lenta, enlazadas unas con otras mientras pasaban por estados hipnóticos, sofocantes y expansivos hasta llegar a la catarsis final, un formidable aquelarre eléctrico del que era imposible abstraerse, aterrador y cautivante al mismo tiempo. Hacía falta una nueva banda capaz de despertar emociones tan intensas sin necesidad de cantar una sola estrofa. Osorezan tienen lo necesario para llegar a ser muy, muy grandes. A no perderles la pista. (PM)