Javiera Mena en el Caupolicán: la diva de rojo Isabel Ogazoctubre 2, 2018Conciertos0 Comentarios Fotos: Rodrigo Ferrari Una verdadera diva de traje rojo vinilizado envolvió con su voz el Teatro Caupolicán este sábado. Javiera Mena presentó su nuevo disco Espejo, un trabajo que de varias maneras madura en relación a los anteriores. Por primera vez en su carrera, Javiera deja la autogestión y se acopla a Sony Music para este nuevo lanzamiento. Luego de su presentación este junio en Primavera Sound, Barcelona, Javiera toca en vivo por primera vez sus temas de Espejo. El show estuvo marcado por la puesta en escena de luces y proyecciones visuales que tenían su relato autónomo, e iluminaban de vez en cuando los rostros alucinados del público, entregados a ser parte de una experiencia llena de emociones. Y es que las canciones de Javiera entregan una nostalgia espacial, una de la que todos compartimos pero que no sabemos bien de qué se trata. Amores frustrados, personas a las que extrañas, recuerdos de amaneceres camino a casa luego de fiestas desenfrenadas. Apostó por comenzar el show con “Cerca”, un tema lento y desafiante para iniciar debido a su variación de tonos vocales – ella misma se ha referido a las críticas sobre su desempeño a la hora de cantar en vivo- y que para alivio de todos, resultó impecable. Luego fue poco a poco ascendiendo hacia temas más movidos: “Alma”, “Dentro de ti” y ya con “Sincronía, Pegaso” comenzó una fiesta enérgica pero suave a la vez. Se notó una mejoría en el trabajo de su voz: Javiera está cantando muy bien. Lo que quizás era considerado antes como una debilidad -voz ronca, neutral y monótona- es ahora un fuerte, pues bien controlada se convierte en una “desafinación armónica” que resalta con el paisaje sonoro de beats electrónicos. Ya en “Intuición” salieron globos gigantes que el público golpeaba de un lado a otro, mientras el show siguió desplegando ahora sus sonidos más tribales y con reminiscencias al reggaetón. Las percusiones cumplieron un rol fundamental – no así la guitarra que casi no sonó en todo el show-. Éstas se mostraron principalmente en la batería y en los tambores (tumbadoras) que fueron enérgicamente tocados por Maite. Un tecladista/bajista y dos voces femeninas acompañaron a Mena, las que permitieron esa sobreposición de voces e ilusión de ecos propia de su música. El cambio de ropa marcó una segunda etapa en el show, en la que Javiera interpretó con sus antejos del álbum “Otra Era” su versión de “Yo no te pido la luna” de Daniela Romo, la que anuncia pidiendo al público prender las luces de sus celulares “para que las fotos salgan bonitas”. Luego fue seguida por una muy buena interpretación de “Mujer contra mujer” de Mecano, quizás el mejor momento del show pues el cover del grupo español fue tocado por primera vez en público y resultó un momento especial donde se lució su ahora trabajada voz. Ubicado frente al escenario y separado del público, estaba Benito Cerati con su squad y se podía ver cómo las personas lo filmaban casi tanto como a Javiera Mena. Dentro de las sorpresas, el chileno/argentino fue invitado a cantar a dúo “Cámara Lenta” de su primer disco (2006) mientras Javiera sentada tocaba el piano. Aquí su desempeño con el piano expresó una mayor seguridad que en la interpretación de la misma canción en otros shows (Caupolicán 2016), ya sin el apoyo de violines y manejando una mayor gama cromática del instrumento. La misma escena sucede con Gepe para “Sol de Invierno”, pero esta vez con una cierta desvariación de la voz al entonar el tono bajo de la canción. El público grita cuando Gepe y Javiera se despiden de un beso. Javiera esta vez no tocó junto con el apoyo coreográfico con el que solía acompañarse en el escenario. Tampoco habló mucho con el público como otras veces. En este sentido el show fue mucho más elemental: la concentración estaba en ella, y en los sonidos a cargo del resto de los integrantes de la banda. Luego de cinco discos, la diva de rojo ya no se comunica como lo hacía antes pues su propia voz y sus movimientos son suficientes para lograr la conexión con su audiencia, sin necesidad de dar explicación alguna de sus temas. Ella bien sabe evocar con el cuerpo la gestualidad de lo divino – brazos abiertos, señas de manos, etc – y hace de su show una experiencia de culto sagrado del electropop. El setlist casi no tuvo cortes y junto con el vestuario de Mena y las proyecciones visuales, fue una presentación coherente como relato musical y visual. Un relato que narra sus 12 años desde su primer disco, una trayectoria que este sábado demostró ser de constante crecimiento y sobretodo, arduo trabajo dedicado al perfeccionamiento musical y vocal. Se notó una Javiera cómoda en el escenario, sonriente y que disfruta de esta quinta etapa de su carrera. Le deseamos suerte en su gira de Espejo por España.