José Gonzalez en Chile: Gente como uno Carmen Duartemayo 16, 2016Conciertos0 Comentarios José González y banda Viernes 13 de mayo de 2016 Teatro la Cúpula, Santiago Fotos: Rodrigo Ferrari – Música sin flash ¿Qué tiene José González que logró llenar el teatro La Cúpula el viernes? Se ve como cualquier hijo de vecino, el mismo biotipo de la mitad de los asistentes. El hombre se resfría y se suena arriba del escenario y, como muchos, no tiene una personalidad avasalladora, sino una calidez muy común que lo hace un tipo de pocas palabras. Esta fue su quinta visita al país y resulta extraño ver que este cantautor sueco/argentino que hace unos años llamaba la atención entre pocos por la muy emocionante expresividad de su voz, ahora colma un teatro grande y convoca a un público tan variopinto, entre indies talibanes, auditores de la radio Play, magnates como Bernardo Matte y socialités que conversan en voz alta. Eso pensaba en la primera parte del show, que partió frío como la noche, con una banda bien diferenciada en el escenario: percusión a la derecha (batería y bongós) y melodía a la izquierda (guitarra y bases). Había algo en el grupo medio tieso pero también cercano, como estudiantes de ingeniería de la Santa María, correctísimos y talentosos en su función de acompañamiento. En este ensamble que armó González hay algo que suena perfecto y eso lo hace un tanto aburrido, aunque la voz de González se mantenga intacta. Hasta que decidieron tocar covers. José González es un maestro a la hora de elegir canciones de otros, en la línea de los cantantes pop de los 60, y las hace suyas con un timbre y estilo distintivos. Abrió con una sentidísima “Hand on your heart”, de Kylie Minogue; se cantó a si mismo en “Walk lightly” y “Line of fire”, de su banda Junip; le achuntó medio a medio con “This is how we walk on the moon”, de Arthur Russell; y dejó a la audiencia con el corazón en la mano con sus mega versiones de “Teardrop”, de Massive Atattack, y “Heartbeats”, de The Knife. Y en eso González es efectivo como pocos, exprimiendo la última gota de emoción de canciones que ya son una cachetada, volviéndolas algo íntimo, contemplativo. Lo más brillante de su repertorio. En esa simpleza y técnica que entrega González se cuela un mensaje muy directo y fácil de entender para cualquiera de la gran gama de asistentes, pero aun así no menos valioso. “Veo problemas en el camino y sé que no son míos / No dejes que la oscuridad te coma”, cantó en “Down the line” al cerrar el show, y uno no podía dejar de sentir un escalofrío al reconocer la dureza tan simple de lo que dice. Tiene un poder enorme como cantautor, que obviamente se refleja en la masividad de su convocatoria. Fue un show de menos a más, de hora y media justa, que tuvo dos puntos fuertes insospechados, fuera de éxitos probados como “Crosses” o nuevos como “Let it carry you.” Primero, la armonización realmente linda que hizo González con su guitarrista y James Mathé, el músico de la bases. El juego de tres voces le dio profundidad a un formato que a veces sonaba demasiado plano, porque vaya que podían cantar sus acompañantes. El otro fue cuando le pasó la batuta a James Mathé para tocar “Home”, de su banda Barbarrosa, y el hombre sacó una voz espléndida, en un tema trip hop muy sutil. Fue en ese momento cuando se abrió una ruta que obviamente González no tomó, una con más riesgo y una potencia expresiva insospechada. Pero González prefirió jugar de manera segura, y quizá por lo mismo el público terminó agradeciendo de pie, con los brazos en alto. Toda la fauna convocada salió con una sonrisa en la cara. Revisa todas las fotos del show aquí