Cuatro artistas en el cartel y cientos de matices en la última jornada multicolor del Red Bull Music Festival Santiago.

Fotos: Gary Go & Alfred Westermeyer / Red Bull Content Pool

Es una tarde plácida de clima subtropical en el Parque Fluvial Renato Poblete. La gente descansa en el pasto, algunos pasean con perros y otros comparten con sus familias. La escena dominical la corona Pedropiedra, quien junto a una estupenda banda, que incluye a Diego Peralta en bajo y a Leo Saavedra (disfrazado de metalero, hay que señalar) en guitarra, inaugura una sesión musical enfocada en la música de estas latitudes. Para el recuerdo, un fragmento del 2002: “Siente los latidos” del disco homónimo de Hermanos Brothers, en compañía de Sonido Ácido.

“Se acabó el chill out. Vamos a bailar. Domingo de diversión”. Con esa frase de Señor Coconut el público fue invitado a moverse al compás del mambo y el chachachá reinventados por el genio alemán Uwe Schmidt, que no solamente le da nueva vida a viejos géneros, sino que también ofrece creativas lecturas tropicales de clásicos como “Around the World” de Daft Punk o “Sweet Dreams” de Eurythmics. En manos de Señor Coconut, cualquier canción, sin distinciones de estilo, se vuelve sabrosa y movediza. Un show totalmente acorde a una jornada cuyo nombre, Sonidos Latinos, define el regusto dulzón que deja la orquesta iniciada como un tributo a Kraftwerk.

El turno de Plastilina Mosh se inició con “Human disco ball”, un single que retrotrae a la época en que los videos musicales todavía dominaban la parrilla de MTV. “Qué rico clima, qué rica ciudad”, comentan, minutos después de que unas tropicales gotas de agua salpicaran levemente las cabezas de los numerosos congregados. Para los herederos mexicanos de Beck y los Beastie Boys, el tiempo no ha pasado y por eso cuentan que tocan sus clásicos tratando de convencerse a sí mismos de que se trata de nuevas canciones. Y algo hay en ellas, acaso la frescura capturada en su (noventeramente) juvenil estética, que ayuda a creer que es cierto que los temas de “Aquamosh” fueron estrenados recién y no en 1998. Notable, por cierto, la inserción del coro de “Hip hop hooray” de Naughty by Nature al final de “Afroman”, aunque lo mejor fue la chilenización del coro de “Millionaire”, que pasó de “ka ching ka ching” a “cachai hueón”.

Pocos minutos después de conocerse los resultados de la elección presidencial en Brasil, el colectivo BaianaSystem inició su presentación con un mensaje de resistencia y la promesa implícita de convertirse en una férrea oposición sonora de Bolsonaro. Los embajadores de Salvador de Bahía y su legado musical transforman sus ideas políticas en canciones bailables que destacan por su irresistible ritmo, un sonido que solamente podría haber sido gestado en la ciudad de la que vienen, cuna de la cultura afrobrasilera, pero que resuena fuertemente en Chile y en toda Latinoamérica al igual que los tres números anteriores. Así, con mensaje y movimiento, la tarde que Pedropiedra bellamente definió como “ecuatoriana”, se fue tras llenar de color esta capital a veces tan gris.