Fotos: Rodrigo Ferrari. Revisa el set completo en nuestro Facebook

Puede parecer un lugar común a estas alturas, pero así como la colección de discos de Graham Coxon, probablemente, está repleta de discos de Pavement, The Beatles y Talk Talk; la de Damon Albarn debe incluir discos de The Specials, Fela Kuti y King Tubby. Es solo una sospecha, pero tras el show que brindó anoche en el Teatro Caupolicán, queda claro que en los múltiples proyectos que el inglés ha realizado en paralelo a Blur, priman otras influencias, muy alejadas de la charlatenería y soberbia britpop.

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Albarn enfocó su concierto en repasar parte de su amplio repertorio junto a The Good, The Bad &The Queen, Rocketjuice and The Moon (el proyecto que lo unió a Tony Allen y Flea), Gorillaz y, por supuesto, las canciones que componen su álbum más reciente, Everyday robots (XL Recordings, 2014). Y aunque no aparecieron ningunas de las composiciones de Mali Music ni DRC Music – sus proyectos asociados más directamente a la música de raíz afro -, el show de anoche referenciaba el espíritu de ese continente: percusiones síncopadas, coros gospel, bailes encabritados, alegría de múltiples colores y mucha alma. Incluso en los momentos más calmos –  esas maravillosas versiones desenchufadas de “Out of time” y “End of the century”; las solemnes “Everyday robots” y “El mañana” – Albarn y compañía parecían invocar una energía que poco se correspondía con Inglaterra y, menos aún, con Chile.

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En ese sentido, no deja de sorprender que pese a que este sentir orgánico se vio interrumpido por dos bochornosas fallas en la producción (problemas con la valla de seguridad y un apagón generalizado de las luces del escenario), la atmósfera en el Caupolicán, lejos de extinguirse, pareció agarrar aún más fuerza. Y ahí, sobre esa hilera de celulares y cámaras alzadas tratando torpemente de capturar lo que que no se puede (“We are everyday robots on our phones / In the process of getting home/ Looking like standing stones”), las canciones se hacían gigantes. Especialmente hacia el final, con la tríada que conformaron “Clint Eastwood” (pasos de zombie de por medio), “Mr. Tembo” (con todo el público bailando de pie) y la impresionante “Heavy seas of love”, coreada y celebrada por todos los presentes. Si este último no fue el mejor momento musical del año entonces, ¿cuál?

But I’ve often wondered, how did it all start?
Who found out that nothing can capture a heart
Like a melody can?

Muchas gracias por las canciones, Damon.

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