Devo @ Teatro Cariola
Jueves 4 de diciembre
Foto: Rosario Oddó (disorder.cl)

¿Qué hace la gente que es considerada inteligente en las últimas décadas? Emprende su propio camino y se aprovecha de las licencias del sistema. Esos son los llamados emprendedores, que tienen por hoja de ruta cuatro puntos básicos: Observan hábitos de consumo, otorgan a la gente exactamente lo que buscan, satisfacen y crean nuevas necesidades y, si hay riesgo de fallar, lo hacen de manera rápida y barata.

Desde su origen Devo festejó y se burlo de la miseria y disciplina capitalista de la sociedad del futuro, regida por la estandarización de la cultura dirigida por las corporaciones. Lamentablemente su visión de de-evolución y primitivismo cada día se torna más acertada. Sobre todo en una industria como la de la música, en donde si no se cuenta con los sponsors adecuados (y de pasada te encargas de hacerlos más ricos, mientras ellos usan sin criterio el trabajo de otros), es mejor ni penar en lograr vivir de la música.

El pasado jueves 4 de diciembre, la banda de Ohio se presentó por primera vez en Santiago, 42 años después de su fecha de fundación. Ante esta condición inicial, era evidente que la ansiedad era lo que primaba y que, independiente de las condiciones de la presentación (alto precio de ticket y un teatro en remodelación que aún presenta un rebote evidente), el recinto se iba a llenar de todas formas. En su país ya están haciendo espectáculos de rarezas en pequeños clubs, por lo que venir a Sudamérica a explorar el nuevo mercado no está mal. El primer punto sobre los hábitos de consumo del público ya estaba estudiado.

Punto dos: Bríndale a la audiencia exactamente lo que buscan

La banda salió a escena con sus trajes y cascos icónicos, los rasgaron, hicieron sus coreografías de rigor en “Whip It” y “That’s Good”, metieron ruidos, hicieron scratch y rompieron una guitarra en el instante punk rock de “Smart Patrol/Mr. DNA”, luego mostraron su otro atuendo y para el final apareció Booji Boy homenajeando a Bob Casale. Todo a través de una selección de éxitos y un desplante de energía sorprendente que mantuvieron la intensidad y el karaoke a tope durante del set.

Punto Tres: Satisface y crear nuevas necesidades.

Con todos los elementos funcionando de forma adecuada y a pesar de no tocar ninguna canción post Oh, No! It’s Devo (1982), todos estaban felices. Siempre se han vendido este tipo de “sideshows” como una oportunidad de ver un concierto de una banda de forma integra, alejado del formato reducido de los festivales, pero en esta ocasión al parecer se entendió al revés. Dos días después había más tiempo para tocar, por lo que otras canciones podían aparecer. Si desean ver más, compren la extensión.

Punto cuatro: Si hay riesgo de fallar, falla rápido y barato

Síntesis máxima a la hora de prevenir riesgos. Una pequeña píldora con todas los características que uno podría esperar de un show de Devo. Algunas bandas ofrecen banquetes excesivos y llenos de relleno, en donde todo empieza a flaquear y, lo peor, a aburrir. Comparado con eso, lo de los hermanos Mothersbaugh y compañía fue comida para astronautas.

Como conclusión obvia, Devo en el Teatro Cariola fue mezquino. Pensando en las burlas simples de las relacionadas a la edad promedio de la banda y lo escueto del set, uno podría ir un año atrás y recordar el último show de Black Sabbath en Santiago, en donde un guitarrista en combatiendo contra el cáncer y un vocalista que ya debe haber un muerto un par de veces tocaron más de dos horas incluyendo canciones publicadas meses atrás, o Bruce Springsteen tocando tres horas y media, exigiéndose al máximo ante un recinto a menos de la mitad de su capacidad.

Fue una hora brillante, pero ante un público domesticado. Si ya se acepta entrar en el juego mercantilista de oferta y demanda, uno como público objetivo también debe ser exigente y subir las pretensiones sobre el producto que se consume.

Porque las radios, revistas y las opiniones en internet nos han dicho por años que Devo es mucho más que un hit o un compilado escueto de grandes éxitos. ¿O no es de esta forma? En la “tierra de la libertad” uno tiene la posibilidad de elegir y más de mil personas que escogieron ir al concierto sabiendo lo que ofrecían, se quedaron chiflando por varios minutos al termino de 12 canciones en 55 minutos por 45.000 pesos. 3.700 la por tema. Y los “Energy Domes” a 18.000 agotados en el puesto de mercancía. Gente inteligente redondeando perfectamente su performance de sátira social y futuro decadente.