El sueco Jens Lekman se presenta este jueves 22 de septiembre en el centro cultural NAVE del centro de Santiago, en una nueva fecha del ciclo Estudio Estéreo. Carmen Duarte escribe sobre el gusto que nos dejó Lekman tras su primera visita y por qué repetirse el plato.

Jens Lekman es adorable.

Como auditores, esa premisa es la trampa número uno en la que podemos caer: pensar que el artista, las canciones y la persona son lo mismo. Todavía recuerdo -con el dolor de una espina de cactus que es imposible de sacar- cuando me di cuenta que Stephin Merritt era en realidad bastante corto de genio y que su persona pública, ese enamorado extremo, heroico, no era más que una performance. Lo mismo que todos los baladistas románticos latinos o que una teleserie, lo que nos presentan es el simulacro de una emoción, una narración romántica recreada a la perfección para nuestro disfrute.

Y aun así, a Jens Lekman le creo.

Le creo que haya ocupado su única llamada tras ser detenido para pedir una canción para la chica que le gustaba; que quería ser el perro de alguien (porque vamos, ¿quién no quisiera ser un perro?); que tuvo que inventar ser el pololo de su amiga lesbiana; y que, como muchos, arruinaba todas las fiestas por ser tan tímido. ¿Cómo no creer en eso, si viene acompañado de una estructura indie pop de lujo, melodiosa y tan sueca, aunque ya nadie sabe a estas alturas qué quiere decir cuando hablamos de sonido escandinavo? Sí, sabemos que la vez anterior que vino a Chile, repartió sonrisas y bailes por doquier y se fue del país con una muy criolla fiebre porcina por andar saludando de beso en la mejilla a todo el mundo. Pero además, formó una amistad que se transformó en colaboración con Javiera Mena y escuchamos su voz suave, nada de virtuosa pero profundamente evocadora, sufrir en español en una de las mejores canciones de Mena (2010).

Y ahí vino el EP An Argument with Myself (Secretly Candian, 2011) donde dijo que las mujeres chilenas eran las más lindas del mundo, y algo ahí se sintió incomodó, como una piedrita en el zapato, porque esas hipérboles están bien en el Festival de Viña, pero ¿en nuestro ídolos del indie pop? ¿Era acaso la progresión final, sin vuelta atrás, a un efectismo vacío de la emoción? Esa pregunta quedó colgando, porque sacó su último disco I know what love isn’t (Secretly Canadian, 2012), un ejercicio de despecho, que lo tenía ya más adulto, menos juguetón, en un formato de pop de avanzada a lo Prefab Sprout, que lo puso más distante, ingenioso de una manera más oscura, quizá más triste. Y pienso que ese giro es parte de esa performance que esperamos de los infectados por el pop, a través de un ciclo impredecible donde el intérprete es artista y pasa por fases, evoluciona, sube y baja y vuelve a salir -esta vez para trabajar ahora un disco sobre la crisis de la mediana edad, como le contaba Super 45 hace poco– porque esos son los músicos que nos interesan al final. Está bien que sean adorables, pero también que sean muchas cosas más, como una buena canción de amor.

Estudio Estéreo presenta:
Jens Lekman en Chile

22 de Septiembre @ NAVE, Centro de Creación y Residencia
Libertad #410, Santiago

Precios: $18.000 preventa, $22.000 general
Entradas a la venta por sistema Puntoticket.