Este sábado 12 de noviembre se realiza la sexta versión del Festival Fauna Primavera 2016 y en Super 45 estamos haciendo una cobertura especial para uno de nuestros festivales favoritos.

¿Qué es el triunfo en la música? A lo largo de su carrera, The Brian Jonestown Massacre ha sumado argumentos musicales y extra-musicales para ser una banda de culto. Les proponemos siete razones para que su paso por Chile no pase inadvertido.

1. El mejor nombre suicida

Que alguien se le ocurra nombrar a su banda como un mash-up de eventos suicidas que han marcado la historia, es propio de alguien tan visionario como lunático. Por un lado: el músico ingles Brian Jones (1942 – 1969), fundador y líder original de los Rolling Stones, quien cediera su puesto a la dupla Jaggers-Richards, dejando la banda en junio de 1969 y dejándose caer, sólo un mes después, en la aguas de la piscina de su casa. Por otro lado: Jonestown, el apodo de la comuna agrícola que habitaban los seguidores del Templo de la Gente, en una remota zona de Guyana, en Sudamérica. En este sitio, y liderados por Jim Jones, 909 personas, incluidos niños, se suicidaron masivamente al ingerir una poción envenenada, muchos contra su voluntad a punta de cañón. Sume ambos eventos suicidas bajo el paraguas musical de The Brian Jonestown Massacre (TBJM), y tendrá una reivindicación crítica de los malditos en la cultura pop y religiosa.

2. Una leyenda viva del shoegaze

TBJM se formó en San Francisco, en 1990. La costa californiana ha sido cuna de proyectos soleados y cristalinos, pero este no es el caso. Su primer elepé, Methodrone (1995, Bomp), es una masa de guitarras ensortijadas con el pulso de Ride y un tufillo sicodélico infeccioso de músicos tan anestesiados como rabiosos. En adelante, ningún otro disco de TBJM tendría semejante cualidad sónica, pero queda claro que, sobre estas bases, sentaron un estilo hipnótico para todas sus composiciones.

3. Una revolución de amor para todos

La clave shoegaze y mántrica del sonido de TBJM se sustenta en la suma de todas las partes, donde cada uno ejecuta algo sencillo y repetitivo, que en la suma de capas, se torna poderoso. La formación original ya era de siete músicos, con Anton Newcombe, líder del tándem, en voz y guitarra, el bajista Matt Hollywood, el guitarrista Dean Taylor, el carismático Joel Gion en el pandero y otros más en acordeón, órgano y batería. En más de una ocasión, estos talentos se pusieron en choque, pero siempre se mantuvieron unidas por el genio de Anton, quien logró inspirar una idea de lucha real y colectiva, un do-it-yourself en contra las expectativas de la prensa, contra la manipulación de la industrial musical, y en definitiva, contra todos aquellos que se pusieran en su camino, con el único fin de entregar rock’n roll puro, apasionado, desaliñado, salivoso, sin pretensiones. Suena cliché, pero pocos proyectos han encarnado tal espíritu hasta sus últimas consecuencias.

4. Anton Newcombe

Un personaje tan irritante como inteligente, egoísta y verborreico, que a pesar de todo, atrae y encanta. Afín al destino de los grandes artistas, fue criado por su madre, dada la ausencia de un padre alcohólico, y desde niño se metió en problemas, organizando fiestas destructivas en su casa, riñéndose con la ley. Nació en Los Angeles, pero sólo cuando se localizó en San Francisco, en 1989, logró dar forma a su obsesión enciclopédica por los años sesenta, al transformarse en líder espiritual y creativo de TBJM. A la par de una creatividad sin censuras, su adicción al alcohol y la heroína marcaron su periplo en los noventa, llevándolo a repetir el sino familiar, pues le fue prohibido acercarse a su hijo con la actriz Tricia Vessey. En 2007, se mudó e Europa, donde rehízo su vida, lejos del alcohol, con nueva pareja e hijo. La vida le ha dado la oportunidad de no ser otro cliché más del rock’n roll.

5. Una leyenda cinematográfica

No tiene mucho sentido extenderse en Dig! (2004), el entretenido documental de Ondi Timoner, que en casi dos horas, desnuda con un punto de vista ácido, el auge de BJM a mediados de los noventa, su amistad con The Dandy Warhols, que se convirtiera en animosidad a medida que éstos lograran el triunfo comercial, las guerrillas internas, la admiración de sus pares. Pero no queda duda que, sin este documental – que como bien dijera Jorge Acevedo, es una de las mejores evidencias cinematográficas de cómo puedes auto-boicotear tu propia banda)- posiblemente no estaríamos hablando de Anton y secuaces, ignorados masivamente, salvo en Japón, donde todos los raros hacen patria.

6. Un cancionero generoso y de calidad

Resulta natural destacar los aspectos extra-musicales de TBJM cuando, en el fondo, tendríamos que centrarnos en su apabullante discografía: quince discos en veinte años de carrera, y la locura de tres excelentes discos, quizá los mejores, lanzados en un solo año (Their Satanic Majesties Second Request, Thanks God for Mental Illness y Take it from the man, todos en 1996). Lo suyo ha sido reencarnar el caleidoscopio musical de los sesenta, sin esconder las influencias, a modo de jugarreta y perversión del establishment. Al principio, puede ser fácil reducirlos a un pastiche retro, pero hay profundidad en sus aventuras neo-sicodélicas, como si hubieran sido trasplantados al presente y lo que escuchamos fuera absolutamente vigente.

En un sincretismo de bandas norteamericanas y de invasión británica, de Jefferson Airplane a Hawkind, de los Beatles a los Rolling Stones, pasando por The Velvet Underground, The Byrds y David Bowie, hay momentos para la catarsis y la introspección, incluso para lo vago, y sobre todo, para el trance extendido: sus discos son una alabanza profana a lo divino, ya sea desde el blues lisérgico o el folk espacial. Es, en definitiva, un cancionero que sigue abierto a la exploración y las sorpresas, que incluye un trabajo reciente, Third World Pyramid (2007, A Recordings), que los tiene de gira por nuestras tierras.

7. Una banda de culto

¿Qué pasa cuando el éxito masivo no se conjuga con el crecimiento musical? El resultado es comúnmente llamado “banda de culto”, es decir, un evento artístico, auténtico y valioso, que no se corresponde con su escaso reconocimiento mediático o de espectadores. De seguro, Anton Newcombe nunca quiso eso para su proyecto. Pero tampoco quiso pagar el precio de una fama que corrompiera su obra. Y si no fuera porque TBJM es una de las mejores bandas de culto de rock independiente, entonces no tendría sentido divulgar este artículo.

Festival Fauna Primavera 2016
Sábado 12 de noviembre 2016
Día: Espacio Centenario (Av. Las Condes 12110, Vitacura)
Noche: Espacio Riesco (Av. El Salto 5000, Huechuraba)
Entradas http://bit.ly/FP2016PuntoTicket
Evento en Facebook