Nuestro hábil corresponsal en Europa Jorge Acevedo presenta la segunda parte de su reporte Bilbao dedicado a The Pais of Being Pure at Heart, esta vez comentando su show en Santana 27, Bilbao, el pasado 6 de enero.

Texto y fotografías por Jorge Acevedo

Como si hubiésemos retrocedido directamente a las fauces de Thatcher y Major. Como si no hubiesen pasado 20 años, de laboristas y concertacionistas, de ingenuidades y desengaños. Ahí estaban nuevamente esas bellas melodías, embadurnadas de ruido, con su candidez intacta. Pero…por las miradas a sus zapatos, los reconoceréis. Donde antes había molestia (seamos sinceros: indiferencia mezclada con autogratificación), ahora existe una administrada timidez. Antes eran shoegaze, no levantaban los ojos hacia el público y usaban la distorsión una muralla ahuyenta-curiosos. Hoy se les llama nu-gaze, arman una fiesta en el escenario, y el ruido…bueno, siempre será más cool que el silencio, ¿no?

Agreguemos también, que los reseñados son tan británicos como Jon Spencer o Woody Allen. Otra cosa es que en la discoteca del bueno de Kip Berman (guitarra y voz) encuentres a Ride, Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine y otros ilustres cuasi-desconocidos en su natal New York. Es que lo de The Pains of Being pure at Heart se apunta al mismo revival noise que tiene de punta de lanza a Wavves o No Age. Aunque, en comparación, lo de estos chicos tiene el “agravante” de ser extremadamente melódico. Con un ligero dejo melancólico, es cierto, pero nada que impida mover los pies sin freno un viernes en plena noche vasca.

Un disco homónimo (Slumberland, 2009) y su continuación Belong (Slumberland, 2011) conforman el catálogo de The Pains of Being Pure at Heart. Aunque del segundo sólo hayan contadas referencias en su setlist de la noche (dejando fuera, por ejemplo, al single “The body”), optando por una sucesión efectiva de los mejores momentos de su debut, junto con algo del EP Higher than the stars (Slumberland, 2009) que estuvo entre ambos registros.

Sumando a Connor Hanwick de The Drums, para reforzar las guitarras, la primera media hora estuvo destinada a hacer saltar a la audiencia (“This love is fucking right”, “Heart in a heartbreak”, “The tenure itch”, “Come Saturday”) y confirmar que tantos kilómetros recorridos los tienen con más confianza y desplante. Sobretodo cuando no hay que presentar disco nuevo, como ya lo hicieron en la provincia, hace pocos meses.

Si en el showcase previo en el Museo Guggenheim habían demostrado que su repertorio de canciones bien resiste el desenchufe; en su actuación eléctrica, confirman fortalezas, aunque abren ciertas dudas. En lo positivo, que el revestimiento sonoro les cae bastante bien, “ensuciando” el acercamiento más pulido de su último álbum. En el debe, cierta uniformidad en los arreglos, que hace perder la atención por momentos. Nada grave cuando sólo tocas 55 minutos y ante un público bien dispuesto. Nada complejo, tampoco, si hay solidez, tienes buenas canciones a las que echar mano y eres tan simpático como para estar en el puesto del merchandising en tus horas libres (no en Bilbao, pero sí en el resto de las ciudades de la gira).

Con dos discos bien criticados y una cierta evolución sonora, los de New York están en el momento preciso para desarrollar algo mejor. Lo que se vio el viernes pasado, eso sí, fue una constatación de hechos más que un adelanto de su futuro. Para ello, esperar el 2012. Si es que los Mayas se equivocan, claro.