Nuestro cumplidor corresponsal europeo Jorge Acevedo nos envía su reporte final del Festival WOP, que reunió por una causa benéfica a The Hives, The Jayhawks, The Dream Syndicate y otros, el 28 y 29 de septiembre en La Casilla, Bilbao.

Algo contamos en el posteo previo. Lo del WOP (Walk on Project) Festival en Bilbao la semana pasada era más que una reunión de músicos (de canas la mayoría, digámoslo) con una poca de conciencia. La reunión en el Pabellón La Casilla tenía como fin recaudar fondos para la ayuda en enfermedades de diagnóstico aún incierto. Una buena causa, aderezada por algunas glorias estatales y otras de lo que se llamó el “nuevo rock americano”. A todo esto, ¿ya les hablamos sobre los suecos de sombrero de copa? Vamos por partes.

La jornada del día Viernes 28 tenía como objetivo el corazón nostálgico del público local. Todavía en activo, aunque con contadas apariciones en público, El Inquilino Comunista dio inicio al festival con el recuerdo de lo que alguna vez se llamó noise-pop español. A saber, letras en inglés, guitarras herederas de Sonic Youth y la voz perdida en algún lugar de la mesa de mezclas.

Mucho más público recibió a los créditos locales Doctor Deseo y esa suerte de cabaret-rock que, en vivo, despierta tanto la algarabía del público como a los fantasmas de Joaquín Sabina. Eso sí, la expectación mayor corría por los 2 números centrales de la noche: Los Enemigos y The Hives.

Los primeros volvían al ruedo luego de 10 años de separación, pero con el aval de sus casi 2 décadas en activo. Rock and roll stoniano, un cover de Serrat y toda la actitud macarra madrileña, que un cronista extranjero difícilmente logrará entender del todo. Ahora, de que la gente se la pasó bien, ninguna duda. Buen preludio para lo que era el plato fuerte de la noche: los elegantes suecos de The Hives.

El que sostenga que un show de estos 5 paladines del garage es siempre idéntico comete una injusticia enorme. Y, a la vez, está acertando completamente. Porque si bien repiten y repetirán ad nauseam todas sus señas de identidad (los juegos con el público, las poses congeladas, el castellano de 2 lecciones) siempre son con la intención de hacerte creer que es EL show de sus vidas. Claro que no lo es, como tampoco lo serán los siguientes 20 que darán este mes, pero como toda mentira bien contada, el resultado es reconfortante.

Y esta vez no la tuvieron fácil, porque los problemas de sonido los hicieron detener la actuación en 3 ocasiones. ¿Qué haría cualquier banda en esas circunstancias? Probablemente dejar los instrumentos y partir raudos (y furiosos) al camarín. ¿Que hacen los del sombrero de copa? Dejar los instrumentos e ir al camarín, mientras su vocalista Howlin’ Pelle Almqvist sigue arengando al público (y mientras se pasean preocupados esos roadies vestidos de ninja, qué detalle).

Sobre la actuación, poco que decir, además del acento puesto en Lex Hives (Disque Hives, 2012), una nueva colección de canciones, mortalmente parecida a sus 4 entregas anteriores, pero con menos impacto. Aun así con un par de nuevos aciertos (la canción-paradigma “Come on”, el single “Go right ahead”) y esas maravillas de antaño como “Hate I told you so” o “Tick tick boom”, imposible que fallen.

 Sábado 29 de septiembre

Lo del día posterior, algo de clase magistral tenía. Ordenados casi por aparición histórica, la fecha comenzaba con unos que  rescataron guitarras en plena dictadura maquillada de los 80 y concluía con un par de alumnos destacados. Así, luego de la liturgia rock de los gallegos The Right Ons y sus dignas maneras, vino el turno del profesor emérito Steve Wynn reactivando luego de 25 años a The Dream Syndicate. Un tipo de buen talante, pero del que bien podría recibir un guitarrazo si le vienes con lo del “nuevo rock americano”, el “Paisley underground” y todas esas etiquetas de periodista ocioso.

Más bien lo que hace Wynn es aparcar su interesante (aunque silenciosa) carrera solista para rearmar por unas cuantas fechas la banda que creó ese híbrido entre Velvet Underground, Stooges, nostalgia sixties y jams desenfrenados llamado The days of wine and roses (Slash, 1982) hace 30 años. Presentándolo con todas las ganas del mundo y una banda que incluye al baterista original Dennis Duck, al bajista histórico (que no el primero) David Wolton y su escudero en los Miracle 3, Jason Victor, en la frenética primera guitarra.

Si pensamos que los ausentes Kendra Smith y Karl Precoda dedican su tiempo a la vida silvestre y la enseñanza universitaria, respectivamente; y que hace un par de décadas no se dirigen palabra alguna con Wynn, la reunión no huele (tanto) a negocio. Mirando a público y artistas exultantes, como estaban el sábado pasado, tampoco hay que ponerse quisquillosos. Sobre todo si sirve para recordar el influjo que bandas como Dream Syndicate o contemporáneos más conocidos como R.E.M o Violent Femmes tuvieron en Wilco, Dinosaur Jr, Ryan Adams y un etcétera como para hacer una decena de entradas en el blog.

Uno que lo tenía claro era Gary Louris que repitió en 3 ocasiones en su show con The Jayhawks lo histórico del acontecimiento. Tomando el escenario después del vendaval Wynn, el quinteto de Minneapolis dio un ejemplar, aunque algo frío, último concierto “de esta etapa de la banda”. No hay que ser muy perspicaz para saber qué significa eso.

La dupla reactivada, aunque no del todo amigada, de Mark Olson y Gary Louris se dedicaron a recordar las buenas épocas de Tomorrow the green grass (American, 1995), con alguna referencia puntual a Mockingbird time (Rounder, 2011). Como pasaron casi de largo por la discografía sin Olson a bordo (olvidando con ello los acercamientos Beatles y pop de discos como “Sound of lies” o “Smile”), imperó un tono folk y casi pastoral. Aunque canciones como “I’d run away”, “Waiting for the sun” o “Blue” siempre compondrán un buen show, algo de ganas se extrañó en la banda. El fenómeno del “cierre de una etapa”, que le dicen.

Y como si de una reunión de amigos se tratase, el final de fiesta fue con unos compañeros de grupo y de barrio, Soul Asylum. Hermanados con Gary Louris en el proyecto Golden Smog (también con gente de Wilco, Replacements, Big Star, entre otros ilustres), estos vecinos de los Jayhawks y sobrevivientes del punk ochentero, re-transformados al grunge en los ‘90 (a propósito de su hit “Runaway train”), siguen idénticos. Sobreviviendo.

Servidor que los vio, a su pesar, repetidamente en las pantallas televisivas en su ya lejana juventud prefirió dejar su ánimo intacto, retirándose pronto. Buen concierto dijeron los fanáticos que aún quedaban en pie. No hay por qué dudarlo.