El corresponsal de Super 45 en Inglaterra, Claudio Salas, nos presenta esta vez un comentario de un reciente show de Beach House en Leeds, el pasado 30 de octubre en Leeds University, Stylus.

A primera vista no parecía que el centro de eventos del centro de alumnos de la Universidad de Leeds, en el norte de Inglaterra, fuera una venue adecuada, tanto en capacidad como en “credenciales”, para albergar a una de las bandas más interesantes de la escena mundial actual, creadores de Teen dreams (2010), disco que ha marcado el comienzo de esta década y apreciado por moros y cristianos, y de un promisorio Bloom (2012), que refuerza las sonoridades del anterior. Sin embargo, estamos en UK, lo que es sinónimo de condiciones técnicas óptimas en el 90% de los casos, y recintos para tocatas de primer nivel en los lugares más insospechados.

Los de Baltimore están embarcados en una corta pero intensísima gira europea que empezó en Belfast el 26 de octubre y que los mantendrá durante un mes tocando casi todas las noches por Irlanda, UK, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Polonia, República Checa, Austria, Suiza, Bélgica y Francia (uf!).

Luego de presenciar a Holy Other, telonero de submarinas sonoridades electrónicas, y que acompañará a Beach House (BH) en su periplo británico, aparecen en escena. Al dúo conformado por Victoria Legrand (teclados) y Alex Scally (guitarra y secuencias) se le añade un batero, lo que se agradece porque le da un elemento más vivo a un set que de lo contrario podría sonar demasiado envasado.

Aún con tres parece escasa instrumentación, pero lo cierto es que con poco hacen mucho. Para nadie es un misterio que el secreto de BH no sólo está en sus simples pero efectivas canciones, sino que en los cuidados arreglos que han registrado para la posteridad. Por lo tanto, quedaba saldar la deuda de verlos tocando y ver cómo cuajaban las características antes descritas live.

Y es aquí donde Beach House salta de ser una banda con un tremendo disco en su repertorio, a una esfera mayor: Victoria Legrand ha sido capaz de convertirse en la médium que conduce el rito en el que se convierte presenciar a estos estadounidenses. Su ubicación al medio del escenario con el teclado como el grial desde donde maneja a los corderos en los que nos hemos convertido.

Su timbre andrógino (más de una vez he escuchado el comentario “pero si pensé que era un hombre cantando agudo”), pero altamente eficaz, adornado por el reverb perfecto que oculta cualquier asomo de imperfección; el revoltijo de pelo con el que oculta su rostro y que “headbangea” como el que más; el estricto y total negro de su indumentaria; las frases lacónicas y acaso mordaces que lanza. Todos elementos que se confabulan para conseguir una hora y media de fantasía y canciones inolvidables.

El repertorio se basó, qué duda cabía, en Bloom, su nuevo LP. Sin embargo, brillaron con luz propia las canciones de Teen dreams, partiendo por “Walk in the park”, la segunda de la noche y que nos hizo cantar a todo lo que da “In a matter of tiiiiime/It would slip from my miiiiind”. Para qué hablar de “Norway”, que siguió a la anterior y que nos puso los pelos de punta. “Other people”, por muy nueva que sea, ya es un mini clásico de los estadounidenses, así como “Lazuli”, el segundo sencillo de Bloom.

“Silver soul” y su refrán ‘It is happening again’ nos hacía pensar en el privilegio de ver a una banda en el tope de sus cualidades. “10 mile stereo”, “The hours”, “New year, Wishes, on the sea”, se sucedieron, para terminar con la última canción del último disco (“Irene”), y con Victoria Legrand tirando todo a la parrilla, y dejándonos con un más que agradable sabor de boca al volver a Sheffield.

En medio de tanto inglés seriote y compuesto, inevitable es pensar en el terruño. Con toda seguridad en Chile esto sería otra cosa, y más ganas darían de gritar nuestros clásicos “No nos vamos ni cagando” o “No se vaaa, no se vaa, Beach House no se va”.