Nuestro correponsal en Inglaterra, Claudio Salas, nos presenta su reporte sobre este reciente show de Villagers en The Leadmill (Sheffield), el pasado 8 de febrero.

Una fría noche en Sheffield al llegar a The Leadmill. Si bien hay bastante gente, no alcanza a llenarse el aforo del lugar. El show que nos convoca es el primero de una serie que Villagers están realizando para mostrar su nueva placa, {Awayland}. La gira pasa por Gran Bretaña, cruza hacia algunos países de Europa continental,y remata en su República de Irlanda natal.

Tras una pausa luego de los teloneros Stealing Sheeps, los dublineses aparecen en escena a las 9 en punt, y rápidamente atacan la primera canción. Como era de esperar, no extrañó que abrieran con ‘My Lighthouse’, canción que también es la primera del nuevo disco. La impresión es la de una banda muy bien aceitada para ser el primer show de la gira, especialmente las tres voces que armonizan la canción mencionada.

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Y aquí necesariamente hay que detenerse en Conor O’Brien. Él pertenece a ese género de cantantes indie cuasi-nerds que apenas interactúan con la audiencia (e.g. ante el grito de “Te amo, Conor”, responde con un tímido “¿qué?). Sin embargo, a diferencia de muchos de sus retraídos congéneres, y a pesar de su diminuta presencia, el tipo sí sabe cantar. Y vaya cómo. A su estupenda técnica vocal se suma la calidez que emana de su voz, la que provoca que un silencio sobrecogedor se apodere de todo el recinto cada vez que se lanza al micrófono, solo interrumpido por los vítores y aplausos que recibe apenas finalizada cada canción.

Las stereolábicas ‘Passing a Message’ y ‘Nothing Arrived’ siguen en el setlist hasta que se incluyen algunas de Becoming a Jackal. Precisamente uno de los peaks del show es la que le da el título a ese tremendo álbum del 2010, así como ‘The Pact’ y ‘Set The Tigers Free’. Esto en sí es notabilísimo, porque prende al respetable, pero al mismo tiempo no tanto, porque la vara queda demasiado alta y no se volverá a recuperar. Y aquí viene una frase que podría ir en una review de disco, pero que viene bien al caso: {Awayland} no ha dado el ancho y se queda corto respecto a Becoming a Jackal. Es evidente el intento de darle más vuelo a la sonoridad de la banda, al incorporar más timbres e intentar con influencias más alejadas al folk al que nos acostumbraron. Y si bien el experimento funcionó correctamente, no da para alcanzar, ni de cerca, a su anterior entrega.

El segundo peak de la presentación es ‘Home’, otro mini himno de los irlandeses. Luego de la despedida de rigor hacen un bis más despojado, con sólo guitarra y piano, cantando ‘Memoir’ y ‘Ship of Promises’, donde la voz de O’Brien llena y emociona a la sala nuevamente.

En suma, un muy buen show, técnicamente impecable. Es un agrado encontrarse con cantantes de verdad en tiempos de efectos, y guitarras distorsionadas que parecen ser puestas como un velo para tapar las deficiencias técnicas de los frontmen. Sin embargo, queda flotando una duda que no puede eludirse: la prueba del segundo disco no ha sido superada. Quizás queda otra chance. Probablemente la última.

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