Las expectativas eran altas, pero en nada se acercaban a lo que estábamos a punto de experimentar. Porque vamos, sabemos cómo son los festivales en Chile. Siempre hay algo que criticar. Y si bien no todo fue perfecto, ya que el robo de celulares y la escasa señalización de los espacios le dieron un toque negativo al evento, lo que se vivió en Sao Paulo fue simplemente espectacular.

A lo largo de estos días post-Sónar, los medios se han dividido entre críticas a los precios de las entradas, a la masividad (o no) de los artistas y al análisis alrededor de lo que significa para Brasil un evento de esta índole.

Caracterizado por ser un festival de música avanzada, el Sónar estuvo marcado por la multiciplicidad y el valor otorgado tanto a los artistas nacionales, como a los de peso y trayectoria sin dejar de lado a los emergentes. La apuesta por nuevos sonidos, el riesgo y la distinguida actitud del público, fueron sin duda algunos de los puntos sobre los que en algún momento debiéramos poner más atención.

Cosas “simples” pero descolocantes

1. Buena onda

Imagínense un lugar con 14 mil personas. Es inevitable empujar a alguien, sufrir la aglomeración de gente para ir al baño, para moverte de un escenario a otro o incluso para comprarte una bebida… mmm… ¿me creen si les digo que cada persona que pasaba al lado mío, pedía permiso e incluso disculpas si llegaba a rozarme el brazo? Más encima, siempre con una sonrisa.

2. A pasarlo bien

Quizás sea parte de la cultura en torno a la música y a los conciertos, pero acá la gente realmente venía a disfrutar, a pasarla bien y no a figurar con ganas de salir en las “socialwebs”. En escasos momentos vi gente sacando fotos con sus celulares. De hecho a los “gringos” (o sea, nosotros) nos miraban raro si pasábamos más de media canción sacando fotos.

3. Organización

Si bien es cierto que el punto débil del festival fue la ausencia de señalización de los espacios, detalles como la sincronización de los bartenders para atenderte hasta la disposición de taxis a la salida (que circulaban todo el rato, y nunca dejaban de llegar) nos dejaron “plop”. Otra cosa que nos dejó casi en shock, fue el nivel de profesionalismo y atención dedicado a los periodistas y fotógrafos. Con una sala especial, contábamos con todos los materiales necesarios para hacer nuestro trabajo, desde computadores hasta bebidas y snacks (all night long).

4. No caos

En ningún momento me tocó ver situaciones caóticas, agolpamiento de gente, empujones o estampidas. Y eso que había 14 mil personas transitando de un lugar a otro.

5. Diversidad

El Sónar no sólo contaba con artistas de 25 países, también entre el público encontrabas españoles, argentinos, ingleses y… chilenos. Post-rock, tecnobrega, synth pop, rap, dubstep, glitch, house, tecno, ghettotech, cumbia, soul, funk… era cuestión de atravesar una galería o entrar a un anfiteatro para, en cuestión de minutos, pasar por casi todos los géneros y estilos. En definitiva eso fue el Sónar SP, un festival en el que se pensó tanto en el fan como en el colector de nuevos sonidos, en el profesional, el artista y el público en general.

Pronto en la quinta parte y final de este informe, presentaremos un resumen de los shows más destacados.