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Me he propuesto muchas veces hablar acá en Super45 de los problemas que una regulación abusiva supone para los músicos y para los amantes de la música. Así, muchas veces nos hemos preocupado de los temas relativos a los derechos de autor, con lindos debates y hemos visto como algunos músicos rasgan vestiduras por una regulación desequilibrada y errada para la era digital.

Pero hoy la cosa es distinta. Tanto en Estados Unidos como en Chile se está discutiendo un tema que está lejos de ser light, que es el establecer legalmente el principio de la neutralidad de internet. En castellano, esto significa establecer a través de una ley la imposibilidad de que los proveedores de acceso a Internet (Telefónica, VTR, etc.) puedan filtrar la información que pase a través de sus redes.

Y no, no se trata de alguna alucinación conspiranoia (?), sino algo que sucede día a día con nuestras conexiones. Así, quienes dedican parte de su tiempo a jugar online juegos que requieren alto consumo de ancho de banda, se han dado cuenta que a pesar de pagar cuentas por gozar de 2 o más MegaBytes por segundo (+o- 220 K/S de velocidad), se dan cuenta que si bien gozan de esa velocidad para ir a páginas web, al momento de jugar gozan de menos de la mitad. Usted si alguna vez ha bajado algún disco a través de internet, podrá entender a lo que me refiero. Pagamos por 2 o más MB y finalmente nos entregan bastante menos para descargar archivos pesados.

¿Por qué pasa esto? Elemental, mi querido Watson. Hubo un tiempo en que el mundo de los negocios en Internet funcionaba relativamente relajado. Así, por un lado uno podía ver a los generadores o indexadores de contenidos (Google, Microsoft, Skype, etc, etc.) y por otro los proveedores de acceso a Internet (en Chile VTR y Telefónica). Pero pasa que los proveedores de acceso a Internet no sólo en Chile son empresas bastante importantes que comenzaron a hacer apuestas también en la ruta de los generadores de contenido. Así, se transformaron en competidores de los más importantes dueños de contenidos o buscadores y -dado que son dueños de los tubos por donde pasa la información- se percataron que podían filtrar los datos y ofrecer planes preferenciales a precios preferenciales. En otras palabras, podían, por ejemplo, ofrecer un plan de Internet que impida o haga difícil entrar a Google y otro mediante el cual lo pueda a hacer a gran velocidad. Un plan que permita descargar archivos a alta velocidad, y otro plan que lo controle.

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Mientras internet estaba construida como una red interconectada y descentralizada de computadores, de repente las empresas de telecomunicaciones vieron la oportunidad para sacar su tajada. Más de la que ya sacan, ciertamente. Así por ejemplo, uno de los principales afectados por estas prácticas abusivas por parte de los proveedores de internet fue SKYPE y las compañías que ofrecían telefonía IP. Entenderán ustedes que a Telefónica no le hará mucha gracia que compañías como SKYPE ofrezcan precios considerablemente más baratos para llamadas internacionales. Y usando los tubos y cables de Telefónica!

Es por eso que esto ha terminado siendo un dolor de cabeza importante para los países y evidentemente Chile no ha sido la excepción. Hoy, tenemos en Chile un proyecto de ley que pronto pasará por el Senado donde se pretende regular este y otros temas todos relativos a considerar como una obligación legal la neutralidad de la red, imposibilitando a los dueños de los tubos a que decidan dar prioridad a lo que pasa por sus redes. De hecho, hasta tenemos iniciativas ciudadanas que luchan porque en Chile tengamos regulada la neutralidad.

Como el lector agudo podrá imaginar, los efectos de no tener un principio de neutralidad claros son evidentes. Pero no pareciera tan evidente el efecto que esto conlleva hacia los nuevos emprendimientos en Internet relativos a la música.

Esto si que es algo en lo que los artistas debieran estar preocupados, no para sacar nuevos beneficios adicionales a los que ya tienen, sino que para proteger una internet que permite evitar intermediarios y poder vivir de la música.

Así, en un artículo publicado nada menos que en el New York Times, Damian Kulash Jr., vocalista de la banda OK Go -que precisamente se hizo conocida a través de las redes de Internet- da su parecer respecto de este tema.

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Para dar un par de ejemplos: hay sólo dos empresas que fabrican guitarras en Estados Unidos, pero ellos no controlan qué música se toca en esas guitarras. Si usamos un Mac o un PC no nos indica qué es lo que podemos hacer con esos computadores. Las compañías de teléfonos no deciden que discutimos o con quien hablamos en nuestras líneas telefónicas. Sería absurdo dejar al arbitrio de las empresas proveedoras de internet qué es lo que podemos hacer online. El Congreso necesita establecer las reglas básicas para una internet abierta, así como las normas de telefonía lo hicieron por el sistema telefónico.

La internet, por ahora, es un tipo de lugar donde los videos caseros de mi banda encuentran una audiencia más amplia que las producciones de millones de dólares de la industria musical. Una buena idea es todavía más importante que los bolsillos llenos de las grandes compañías. Si a los proveedores de internet se les permite construir una nueva generación de una red como un sistema de pagar-por-ver, todos pagaremos el precio.

Es como si usted comprara un auto y el dueño de la bomba de bencina decidiera hacia donde puede viajar. Así de absurdo.