El próximo sábado 1 y domingo 2 de abril se realizará la séptima versión del Festival Lollapalooza Chile y en Super 45 estamos haciendo una cobertura especial.

Comenzaremos con el guiño millenial de la semana: como ya he dicho antes a mis seguidores, el Lollapalooza está igual de bueno (o malo) que los años anteriores. El problema de esa declaración furibunda es que fue dicha una vez, en el post anterior, con escasa promoción y tan confusamente que probablemente se entendió al revés. O derechamente a nadie le interesó. Y, al final, esa fantasía de que la gente tiene “seguidores” y se lee entre sí es una entelequia de los tiempos aburridos en que se ocupaban palabras tales como “entelequias” en lugar de un buen y claro hashtag ¿#corta?

En resumen, lo que importa, es que acá en Super 45 seguimos esquivando a Metallica y a ciertos nombres que hasta el 1 y 2 de abril en el Parque O’Higgins no sabremos si existen o son algún chiste interno de los diseñadores del cartel. En lugar de eso, optamos por hablar de amigos de la casa que es fantástico que se paseen por Chile y den algunas lecciones de buen gusto, que nunca es poco.

De entre ellos, hoy toca el turno a The Weeknd, campeón de ese neo soul que está bastante bien, exceptuando la añoranza que genera de algunas viejas glorias enterradas hace un tiempo (desde Otis a Jacko, entiéndase). Un artista que si, últimamente, no se abanicara y encendiera puros con dólares, quizás le complicaría la etiqueta de “vendido” que algún blog desfalleciente le habrá dado el último par de años. Ello, porque Abel Makkonen Tesfaye, con sólo 21 años, fue hace un lustro el realizador de fenomenales mixtapes (revisar House of Baloons o Thursday, de 2011 para mayor claridad) que hermanaban trazas de post punk y soul de nuevo milenio con algunas de las canciones más lúbricas y desfallecientes del mercado.

Con toda la parsimonia que te da no tener que pagar por los samples si es que el producto no tiene objetivo comercial (la “trampita mixtape” que se le dice), el canadiense ocupó a Siouxsie and the Banshees, Cocteau Twins o Beach House para crear temas propios con una pegada formidable como fue el caso de “House of Ballons/Glass table girls” o “The Party & The after party”. Luego, con un apoyo más institucionalizado del sello Republic, subsidiaria de Universal, el hombre ha facturado discos de buen soul, con menos dosis de riesgo y un poco más de atención en las listas de éxito que lo que mostraba hace algunos años.


Con un show ya establecido y menos titubeante que lo que observó su servidor en el Primavera Sound 2012, The Weeknd acumula los éxitos de 3 discos oficiales, colaboraciones al más alto nivel (Daft Punk, Drake, Kendrick Lamar) e incluso portadas en las revistas del corazón vía Selena Gomez. Estuvo hace poco en los Grammys y, cuentan las lenguas viperinas de siempre, se unió al selecto grupo de artistas propuestos para el Festival de Viña (al ladito mismo de Van Halen en 1984) que la organización no tomó en cuenta por “desconocidos” (y por caro, que el hombre ya no regala mixtapes por la web). Tristeza absoluta, suponemos, para el artista, pero de la que podrá redimirse en unas semanas más, cuando invoque a tanto fantasma soul con alguna base que no ahuyente a la fanaticada millenial. En pleno ascenso y con las credenciales indies aun en regla (todavía se escuchan “High for this” o “Wicked Games” al lado de super éxitos como “Can´t feel my face” o la reciente “Starboy”), The Weeknd es una las figuras a observar con atención en este Lollapalooza.