Puede ser que se considere a Lorde una suerte de niña prodigio por tener 16 años y lanzar un tan buen disco debut, Pure Heroin (2013). Si hacemos un paralelo, de su misma edad han salido chicas Disney con una serie televisiva y un gigante conglomerado que las respalda. Pero Yelich-O’Connor nos viene a recordar que se puede hacer pop para adolescentes sin recurrir a mensajes manidos sobre amor juvenil y que no necesitaba una gira con Katie Perry para hacerse grande. Ella sigue su propio camino. Su elegante electropop pone a pensar, en primer lugar.

Lorde agotó conciertos en Nueva York con su aplastante single “Royals” en el que fantasea con la clase alta y donde se escuchan cosas como “But everybody’s like: Crystal, maybach, diamonds on your timepiece, jet planes, islands, tigers on a gold leash”. En el mismo tono “We live in cities you’ll never see on screen/Not very pretty” se oye en “Team”.

Tanto Kayne West como David Bowie se declararon fans y la prensa musical cayó rendida cuando cantó para los shows de Jools Holland y Jimmy Fallon. El 2014 vendrían los premios: canción del año y mejor interpretación vocal pop solista en los Grammys; mejor artista femenina internacional en los Brits, luciéndose esa noche con una presentación conjunta con Disclosure. Cuando aceptó el trofeo, dijo: “Todavía no me acostumbro a recibir estos premios, y cada vez que pasa pareciera que mi cerebro fuera a explotar. Esta fue una sorpresa que no tiene precio”. Recibir a Lorde en Lollapalooza Chile en el peak de sus primeros triunfos, tampoco tiene precio.