Nuestro colaborador Nicolas Cortes, nos cuenta desde Manchester la experiencia de ver a My Bloody Valentine en vivo. Acá su reseña.

Minutos antes de que empezara el concierto lo único que se podía presumir entre el público presente en el teatro Apollo de Manchester era expectación. La misma expectación que se vivió hace menos de un mes cuando casi de improvisto My Bloody Valentine publicó su primer trabajo en 21 años.

El público de esta noche se caracteriza por conformar un rango etáreo bastante amplio. Llama la atención mucha gente joven, seguidores que se han ido sumando durante el largo intervalo. Sin embargo, calculo que más de la mitad sobrepasa ya las cuatro décadas. Ese público, el que efectivamente ha esperado 21 años, no sólo está expectante sino también impaciente.

Pero la expectativa y la impaciencia se apagan a la par con las luces cuando Kevin Shields y el resto de la banda salen al escenario y comienza a escucharse ‘I only said’. Se percibe la satisfacción y la emoción, caras felices, gente abrazada. Es que se comprende que ver a My Bloody Valentine en vivo es un evento casi circunstancial, incluso para el público inglés acostumbrado a una oferta musical vasta.

El concierto continúa con ‘When you sleep’ y ‘New you’, la primera del recientemente publicado m b v (2013). El tema pasa colado como si fuera uno más de los publicados el siglo pasado, tan familiar como cualquier tema de Loveless (1991), del cual provendrán el gran grueso del repertorio de la noche.

El volumen está al máximo y el sonidista tiene algunas dificultades para lograr la perfección que tanto busca Shields. Pero el volumen debe mantenerse al máximo, no hay otra opción, todo está pensado para que así sea. En la barra del recinto te ofrecían tapones para los oídos, los que en algunos pasajes ciertamente se hicieron necesarios, sin embargo a medida que transcurría el concierto muchos se los fueron quitando para quedar desprotegidos ante el sonido.

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Del sonido o del ruido y de ahí, a la música. MBV esconde melodías pop, canciones dulces detrás de cortinas de saturación. Las voces se confunden con las guitarras y viceversa. La gente no corea porque no hay nada que corear, pero el tambaleo de los cuerpos pareciera cumplir esa tarea. Las imágenes proyectadas en el telón de fondo acompañan de gran manera la música, de la misma forma en que lo hace el arte de sus álbumes.

A medida que continuaba el concierto fueron intercalándose canciones de Isn’t anything y del EP You made me realise, ambos publicados en 1988, con varias de Loveless. Curiosamente de m b v solo oiremos dos canciones más: Only Tomorrow y Wonder 2, la cual cerrará la velada. Sin embargo queda la sensación que entre los temas antiguos y los nuevos no hubiese pasado el tiempo transcurrido. Es música que parece atemporal, que funciona tan bien hoy como funcionó hace dos décadas.

Ya se acaba el concierto y ni Kevin Shields ni el resto de la banda han dirigido palabras al público. Casi no hay interrupciones entre las canciones. Tampoco hay bis, ese extraño y falso momento en que las bandas se retiran por un par de segundos para volver a salir a pedido del público. No es el caso. MBV se despacha las canciones más potentes de su repertorio, ‘Feed me with your kiss‘ seguida de ‘You made me realise’ y ‘Wonder 2’, para la cual incluso Colm Ó Cíosóig deja la batería y suma una tercera guitarra. Así cierran el concierto de forma abrupta y violenta.

Se vuelven a encender las luces, se acabó la noche señoras y señores. La expectativa y la impaciencia están destruidas.