A propósito de la visita de Pet Shop Boys a Chile, una columna para reflexionar sobre los conflictos entre el amor y el capital, abordados tan ampliamente por Neil Tennant y Chris Lowe, pero también por varios otros músicos ingleses. De cómo el factor Margaret Thatcher impulsó la creación de algunas de las canciones de amor más inteligentes jamás escritas y cómo hoy en día, estos conflictos parecen estar más vigentes que nunca.

En abril de este año, entrevistado como parte de la serie The British Masters del sitio Noisey, Neil Tennant declaró que Taylor Swift -hoy por hoy, una de las figuras más importantes de la música más mainstream y comercial- era “la señora Thatcher de la música pop”. Lejos de ser antojadiza, esta reflexión oculta tras de sí una práctica que la dupla formada por Tennant y Chris Lowe ha explorado en múltiples ocasiones: construir, a través de la música pop, un puente para discutir las relaciones entre el capital y el amor.

Situando un paralelo con el gobierno de Thatcher, Neil Tennant hace un llamado de atención al hecho de que Swift haya creado un personaje en torno a si misma, en donde su público prontuario amoroso, ha pasado en convertirse en moneda de cambio para su fama y en donde el amor se ha convertido en un negocio tan desesperado y riesgoso como una economía de mercado sin regulaciones.  No es extraño que Pet Shop Boys, a través de canciones como “Rent” u “Opportunities (Let’s make lots of money)”, ya hayan reflexionado sobre este tema anteriormente: en ellas, las relaciones de pareja parecen estar asociadas al lucro y la diversión, y todo todo lo que se necesita para embarcarse en una es suficiente dinero (o crédito en el banco).

Precisamente, estas dos canciones nacieron fuertemente influenciadas por las “políticas sentimentales” desarrolladas durante el Thatcherismo. A fin de cuentas, si Thatcher llegó al poder fue, en parte, por el gran rechazo que sufrió la idea de una Sociedad Permisiva en el Reino Unido durante los 60s, en donde “los valores eminentemente británicos” se habían perdido y era necesario hacer que Bretaña fuera Gran Bretaña nuevamente. Adiós al amor libre. Bienvenido al libre mercado.

En ese contexto, Pet Shop Boys publicaban sus dos trabajos más aclamados y también más críticos de su entorno, Please (1986) y Actually (1987). En ellos, el dúo puso el ojo sobre “el amor en tiempos de Thatcher” y en cómo el cinismo parecía envolver cualquier relación amorosa. Si el cinismo estaba a la moda y el verdadero amor era un engaño, era válido hacerse la pregunta planteada en “I want to wake up”: ‘¿es que acaso enamorarse es tan poco cool?’. En la misma “Opportunities…” estas relaciones cínicas quedaban en evidencia, en donde lo de ‘buscando una pareja’ , no solo era sinónimo de una relación amorosa, sino también una invitación a hacer negocios. Por supuesto, en esta relación negocios y amor tenían que ir de la mano: si alguien optaba el uno por sobre el otro, estaba condenado al fracaso. En la maravillosa “What have I done to deserve this?”, Tennant cantaba ‘vine aquí buscando dinero/ pero me terminé yendo con amor/ ahora me dejaste sin nada/ ¿cómo voy a salir de esto?’.

Por supuesto, Pet Shop Boys no fueron la primera banda en establecer conexiones entre el capitalismo y las relaciones amorosas. En plena efervescencia post-punk, y coincidiendo con el inicio del Thatcherismo, bandas como PiL, Delta 5 o Gang of Four, reflexionaban sobre el cambio que había sufrido la percepción del amor durante estos años. Si Lydon y compañía decían ‘tengo una nueva meta / estoy cambiando mis costumbres a donde el dinero importa’ (“This is not a love song”) y Delta 5 preguntaban si ‘escuchabas la distancia entre nosotros / (…) los sentimientos que tengo dentro mío’ para luego decirte que te preocuparas de tus propios asuntos (“Mind your own business”); Gang of Four iban un paso más allá y consideraban que las relaciones amorosas eran como electrodomésticos: si se echaban a perder, podías pedir devuelta tu dinero (“Damaged goods”).

Abiertamente socialista e influenciado fuertemente por la situación política que se vivía en Inglaterra durante el gobierno de Thatcher, Billy Bragg forjó su carrera criticando duramente la administración del Partido Conservador Británico, con canciones como “Between the wars” (en donde apoyaba a los mineros en huelga) o “Waiting for the great leap forwards”. No es de extrañar que incluso en sus canciones de amor, esta visión desalentadora y materialista de las relaciones en pareja – tan fuertemente potenciada por el Thatcherismo – también fuese retratada. En “A new England”, llega al absurdo de pedir un deseo a dos satélites a los cuales confunde con estrellas fugaces (‘pero está mal pedir deseos a máquinas espaciales’), mientras deja atrás los sueños colectivos de cambio (‘no quiero cambiar el mundo / no quiero una nueva Inglaterra / solo quiero otra chica’).

Para The Smiths, este tema tampoco era ajeno. En 1984, el sencillo “Heaven knows I’m miserable now” dejaba claro la incompatibilidad entre la vida laboral y la vida amorosa: ‘dos amantes pasan abrazados juntos a mi / y el cielo sabe qué tan miserable soy ahora / buscaba un trabajo y encontré un trabajo / y el cielo sabe qué tan miserable soy ahora’. Esta idea de una clase trabajadora, atrapada en su rutina, sin tiempo para nada y condenada a trabajar para sobrevivir, se repetía algunos años más tarde en “Shoplifters of the world unite”, en donde la única relación amorosa posible era aquella que ofrecía el capitalismo (‘aprende a amarme / y ensambla los caminos / ahora, hoy, mañana y siempre’), sin posibilidad de liberarse de ella (‘traté de vivir en el mundo real / en vez de en una concha / pero antes de empezar / ya me había aburrido’).

Consecuentemente, muchas de las ideas que flotaban en torno al amor y el capital durante el Thatcherismo, cerraron su ciclo con la salida de la Dama de Hierro del gobierno. Los propios Pet Shop Boys hacían una suerte de mea culpa que justificaba el sustancial cambio de tono tras la edición de Behaviour (1990): “era un disco más reflexivo y más musical (como si se tratara de un musical de Broadway), y tampoco tenía esas irritantes ideas que suelen tener nuestras canciones”, decía el dúo sobre este disco en su sitio web. La cultura rave también había cambiado la manera en que el amor era percibido: para Tony Wilson (una de las figuras clave de la música inglesa), lo importante de las raves fue el hecho de “crear comunidad y fuerza colectiva. Había poder en el hecho de amarse el uno al otro”. Esa solidaridad colectiva y efervescente, impulsada por la música de baile, parecía hacer frente de mejor manera a las políticas de egoísmo y materialismo que se habían instalado durante el gobierno de Margaret Thatcher. Un acto subversivo que se alejaba de las canciones de amor y las profundas reflexiones sobre el capital.

Este texto toma ideas y citas de los siguientes ensayos:
– Revolution to revolution: Pet Shop Boys and politics (Owen Fatherly)
– Everyone’s given up and just wants to go dancing: from punk to rave in the Thatcher era (Neil Nehring)
– Wearing badges isn’t enough in days like these: Billy Bragg and his opposition to the Thatcher governments (Jeremy Tranmer)
– Go West: the Pet Shop Boys’ allegories and anthems of postimperiality (Patricia Juliana Smith)
– State of the nation: “Englishness”, pop, and politics in the mid-1990s (Martin Colonna)

Pet Shop Boys + Empress Of
Jueves 13 de octubre, 20:00 horas
Fiesta post show con Hot Since 82 y Art Department
Expo Center – Espacio Riesco
Evento en Facebook

Precios
$32.000 preventa general / $38.000 General
$60.000 Preventa VIP General / $70.000 VIP general
Venta vía sistema Puntoticket
Entradas sin recargo en disquería Sonar y Needle.

Precio mesa 6 personas: 360.000 (Incluye 6 entradas VIP mesas + 1 botella de espumante + 1 botella de licor a elección + 12 latas de bebida o 6 latas de Red Bull)

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