Es posible que los conos en la cabeza, esos vestuarios imposibles y el eterno pulso Hi-Nrg de su música lleven a la confusión, pero lo de este dúo es, al final de cuentas, un relato melancólico con ritmo de no-me-vean-que-lloro-que-soy-inglés. Por acá el repaso de algunas canciones que muestran una lágrima camuflada en medio de la pista de baile.

Primero, no exageremos: no es que los Pet Shop Boys sean unos emos escondidos tras esa refulgente bola disco y, de improviso, nos puedan lanzar una bomba lacrimógena con confeti de moralina a la Chris Martin. Segundo, no exageremos, ya que cualquier revisión rápida de la discografía monosilábica de los británicos (Actually, Please, Electric, etc) mostrará que siempre hay más espacio para mover la patita que para fruncir el ceño. Tercero, no exageremos, que Neil Tennant y su flema imperturbable y Chris Lowe, dueño de la expresión más inexpresiva de la historia, han hecho cualquier cosa menos exagerar en estos brillantes 32 años de trayectoria. Y, claro, no podemos desentonar en esta crónica.

El asunto es que por cada “New York City Boy”, “Go West” o “Se a vida e” destinadas a romper las pistas del universo discotequero (que tampoco la idea es ser un tieso malhumorado), Pet Shop Boys se han despachado con números que, desde letras agridulces hasta melodías y arreglos invernales, han abierto un espectro que en los singles aparece más bien limitado. Si bien la canción más alabada históricamente por la crítica es una reflexión otoñal sobre el paso del tiempo llamada “Being boring”, el reconocimiento masivo en general ha estado ligado a las páginas más directamente bailables dejando para el fondo de sus discos varias de esas piezas más reflexivas. Acá va un recuento rápido (que las canciones posibles son más de las que aguanta un post), incongruente (algunos de estos temas “oscuros” fueron singles e incluso hits) y efectivamente bonito (que los verdaderos emos somos nosotros y no los PSB) del lado más melancólico del dúo británico.

“Later Tonight” (Please, 1986)

Si bien no se puede decir que el primer disco fuese pura alegría entre el electro-rap imperturbable de “West end girls”, el medio tiempo de “Love comes quickly” o la letra sardónica de “Opportunities”, el tema que mostramos es la única parada efectivamente tranquila dentro de ese álbum. Grabado en vivo, con piano y unas cuerdas de fondo, abre un espectro poco explorado dentro de la discografía de la banda, más tendiente a procesar electrónicamente las referencias acústicas. También es el primer momento en el que aparecen, tímidamente, algunas alusiones homoeróticas en las letras de Neil Tennant.

“Rent” (Actually, 1987)

Una canción que vale la carrera de 3 bandas nuevas, de esas que copian a destajo a nuestros invitados. Frente a la sugerencia de un ayudante técnico que consideraba que el nuevo disco tenía demasiadas canciones bailables, los Pet Shop Boys bajaron el ritmo original de una de sus primeras composiciones e hicieron la mejor tonada posible sobre el amor comprado y vendido. Nunca el proxenetismo fue tan dulce, ni el aprovechamiento del otro más hermoso como cuando Tennant entonaba aquello de “I love you, you pay my rent”. A mediados de los 90s, el mismo autor la versionó fantásticamente con Suede y la despojó de sus arreglos a punta de guitarra acústica, quedando en ambos casos igualmente fenomenal. Por acá esperamos las versiones de Slayer y Adele, para comprobar que es una canción invulnerable.

“King’s Cross” (Actually, 1987)

En las épocas que Pet Shop Boys se preguntaban cómo responder coherentemente a las demandas de conciertos que su creciente fama impulsaba, se les ocurrió un proyecto que no por descabellado, dejó de ser realmente espantoso: hacer una película llamada “It couldn’t happen here”. Para ello ocuparon los temas de su flamante disco “Actually” y un argumento central que aun se está tratando de encontrar. En ese extraño relato, incluyeron esta reflexión sobre el desempleo, de trazo simple, pero efecto poderoso. King’s Cross es la estación de Londres donde convergen los trenes que vienen de diferentes lugares de Inglaterra y es el lugar donde en pleno ajuste neoliberal Thatcheriano, a las personas les avisan de entrevistas que no llegan (“Someone told me Monday, someone told me Saturday”), mientras su incertidumbre sólo aumenta (“wake up in the morning/and there’s still no guarantee”).

“Jealousy” (Behaviour, 1990)

Esta también es de la primera camada de demos que la improbable dupla entre el periodista de música y el estudiante de arquitectura hicieron a principios de los 80s. Y la guardaron lo suficiente para entregarla en una versión majestuosa con violines y percusión orquestales (sintetizados y sampleados, que el presupuesto aun era de banda en ascenso), pero con la melodía y letra intactas. La historia de un amante obsesionado que no aprende absolutamente nada en el desarrollo de la canción, sólo puede ser coronado con ese grandioso final orquestal en que el narrador se lamentará hasta el infinito de su mal de amores. En 2006, efectivamente la grabaron con una sinfónica y ni siquiera Robbie Williams de invitado la logró estropear. Gigantesca.

“This must be the place I waited years to leave” (Behaviour, 1990)

Es cosa de ser famoso un par de años en los rankings pop y por ahí algún “ejecuti-bond” llamará a tu puerta con un maletín negro repleto de dólares que se autodestruirá en cualquier momento. Mientras la plana mayor del estudio se decidía por A-ha, Pet Shop Boys compusieron una pieza instrumental ad-hoc a una película de espionaje y un par de años después la grabaron en su disco más otoñal con la inestimable ayuda de un aprendiz en la guitarra llamado Johnny Marr. Y como el señor en cuestión no es Joe Satriani u otro onanista de las seis cuerdas, colaboró con un arreglo sutil que se complementa con los aportes en cuerdas de otro novato: Angelo Badalamenti.

“You only tell me you love me when you’re drunk” (Nightlife, 1999)

Primero Dios hizo el mundo y al séptimo día, ya cansado de su labor, le pidió a Neil Tennant que se dedicara a inventara los mejores nombres de canciones que pudiese. Y este cae, sin dificultades, dentro de su top 5. Con el inusual contrapunto de una pedal steel guitar y algo de aroma country, el narrador de esta historia se lamenta de la imposibilidad de saber si su pareja lo quiere realmente o es sólo cariñosa a base de piscolas. Ello lo pregunta como sólo lo hacen los protagonistas de las historias de Tennant: un poco amargado, pero gratamente resignado de saber que, al final del día, alguien le dirá que lo ama. Lo que no es poco, ¿cierto?

“I get along” (Release, 2002)

Algunos mal hablados la calificaron como un lado B de Coldplay. Otros con una ponzoña de no poder morderse la lengua sin fallecer en el acto, la propusieron para representar a Inglaterra en Eurovisión. Y todos ellos tienen algo de razón, con la mención necesaria, eso sí, de que es una tremenda canción. En el disco más “orgánico” del dúo (con Johnny Marr de escudero permanente, menos pulso discotequero, gira casi minimalista), las canciones de tonos menores y aspecto reposado se acumulan en una suerte de continuación infravalorada de “Behaviour”. Sin las pelucas, las escenografías vanguardistas y las letras ingeniosas, Pet Shop Boys sacaron, probablemente, su disco más visceral y honesto. A la Tennant y Lowe, claro, sin transpirar ni enojarse.

Pet Shop Boys + Empress Of
Jueves 13 de octubre, 20:00 horas
Fiesta post show con Hot Since 82 y Art Department
Expo Center – Espacio Riesco
Evento en Facebook

Precios
$32.000 preventa general / $38.000 General
$60.000 Preventa VIP General / $70.000 VIP general
Venta vía sistema Puntoticket
Entradas sin recargo en disquería Sonar y Needle.

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