Seguimos con la serie de columnas sobre la actualidad de la escena independiente de España escritas por Daniel Hernández, fundador del sello Federación de Universos Pop (FUP), organizador del Santiago PopFest y encargado de prensa de Sudamerican Records.

Si el pasado siempre vuelve, estos últimos tiempos lo está demostrando con fuerza en algunos lanzamientos de la música española. El más significativo es el extraordinario Lo malo que nos pasa de Francisco Nixon. Nixon, superviviente de la primera oleada del indie español en los primeros 90, primero en Australian Blonde, luego en los recordados (y llorados) La Costa Brava junto al genial Sergio Algora (de El Niño Gusano) para, por último, encarar una magnífica carrera en solitario de la que este disco es su tercer trabajo y, no parece haber dudas, su obra más lograda.

Disco conceptual a nivel de sonido, pretende ser un homenaje a un sonido desarrollado en los años 70 en España llamado Costa Fleming (por una zona de bares de la época) o un también conocido como Sonido Torrelaguna (por la calle donde se encontraban las oficinas de la discográfica Hispavox que albergaba a todos los representantes de ese sonido). Estaríamos ante el equivalente hispano a una especie de Motown, o la búsqueda ibérica del algo parecido al sonido Philadelphia.

El cerebro de este proyecto era el productor nacido en Italia, pero español de adopción, Rafael Trabucchelli, que con infinita creatividad manejaba un equipo en el que se encontraban otros grandes nombres de la época como Waldo de los Ríos, Augusto Algueró o Manuel Alejandro, autores de conocimientos musicales enciclopédicos e imaginación melódica desbordante. De ese equipo de trabajo estajanovista queda un legado de algunas de las mayores joyas de la música en español de los 70 y por sus manos pasaron muchos grandes nombres consiguiendo cimas artísticas de los mismos en varios de ellos: Miguel Ríos, Raphael, Jeanette, Mari Trini, Paloma San Basilio o Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (algo así como los Crosby, Still, Nash and Young de España).

El disco de Nixon trata de recrear ese sonido elegante pero a la vez kitsch al que añade sus letras, como siempre a un nivel muy alto, en las que el paso del tiempo, la observación irónica desde un costumbrismo particular (heredero de una de las joyas de la música española de todos los tiempos, el grupo Vainica Doble) y sus referencias pop conviven para dar forma a uno de los trabajos más estimulantes de los últimos tiempos. Una colaboración imprescindible en el disco es la de su pareja Ana Naranjo, conocida como Linda Mirada en el mundo artístico, a la que gente como Javiera Mena ha declarado su admiración (comparten un universo musical similar). Para el público chileno hay una curiosidad en este disco de Nixon: la versión de “Juventud” del desconocido grupo chileno Tiza que a su vez era una versión de Terry Winter (probablemente superior a la original).

También recurre al pasado Wild Honey en su EP Medalla de plata. Autor de dos exquisitos discos en los que, primero con una influencia de los años 60 (el nombre beatleliano del grupo no engaña) en su más amplio sentido con Brian Wilson en un altar al que rendir veneración infinita pero también al folk psicodélico tipo Donovan aunque sin caer en el revisionismo (su líder Guillermo Farré -foto principal- es una auténtica enciclopedia musical), y más tarde ampliando el concepto casi hasta el infinito ha creado un mundo de sonidos muy personal al filtrar todas esas enseñanzas previas. Que no tiene ninguna intención revivalista lo confirma el hecho de que su segundo disco, el excelente Big flash, fue producido nada menos que por Tim Gane de Stereolab. Farré le envió las demos a Gane, le encantaron y se pusieron manos a la obra para dar a la luz con un trabajo brillante, con un punto alucinado y sin dejarse avasallar por el sonido retrofuturista de Stereolab pero aprovechando, sin duda, sus enseñanzas.

Con Medalla de plata se introducen varias novedades. Una muy específica que es la del cambio de idioma al español lo que hace ganar al proyecto en expresividad y cercanía. Nunca Farré había cantado tan bien, tan cálido, que parece envolverte entre arreglos ensoñadores, elegantes y brillantes. Otra novedad es que, aunque vuelve a haber una mirada al pasado, esta vez es a uno más propio. Vuelven a aparecer ecos de la música 60-70 pero ahora uno puede descubrir grupos como Los Pasos, Solera, Los Ángeles (el grupo de Granada, no Los Ángeles Negros chilenos), los juegos de voces de Los Brincos e incluso de la primera música progresiva catalana.

Otros dos proyectos involucran al cerebro de Wild Honey. Por un lado Mittens que partiendo de preceptos similares (casi todas las canciones están compuestas por él) a Wild Honey llega a otro final y quizá la voz de la cantante Ana le da un toque cálido que también lo emparenta con cierto pop anglosajón como Go-Betweens o algunas bandas de Sarah. Y también Guillermo Farré creó una banda que parece un divertimiento como es Teacher Teacher, en la que recuerda al punk-pop veraniego algo ramoniano, al twee, al tonti-pop, al lo-fi a lo K Records y hasta tienen una versión de la preciosa “Ocean” de Sebadoh. Un nombre para no perderse en ninguna de sus encarnaciones.

Salida del concurso de maquetas Autoplacer, Caliza es un misterioso proyecto de una sóla persona, una chica de la que no se conoce nombre o dato alguno y que ha ido dejando pistas a través de sus canciones. Hace apenas unos días ha dado su primer concierto. En sus palabras, como no tenía ningún conocimiento musical usó el garage band para crear melodías y cantar sobre ellas. Estamos ante una música que podríamos denominar synth-pop o tecno-pop pero mientras que al hablar en estos términos, por ejemplo, en la música chilena uno imagina una música cálida, bailable y expansiva, la que nos ofrece Caliza es árida, fría y como queriendo marcar distancias. Uno puede pensar en pioneros de la electrónica española como Aviador Dro o Los Iniciados y en bandas de afuera como Cabaret Voltaire o lo robótico del mundo deshumanizado de Kraftwerk. Un talento que parece no querer ser desvelado aún pero que, tras el verano del hemisferio norte verá la luz en formato largo y en el que hay puestas fundadas esperanzas de estar ante uno de los discos españoles de 2015.

Autoplacer se ha convertido en uno de los puntos de reunión de algunas de las nuevas propuestas más estimulantes del underground español. El año en que Caliza fue finalista la ganadora fue Ama Ia, o lo que es lo mismo Amaia Tirapu de Kokoshca, y también en Panty Pantera (con un reciente y excelente disco debut de pop lo-fi, una mezcla entre Ronettes , los Cramps y The Shaggs) y, en el pasado, cantante de Reina Republicana (que en 2015 también han editado uno de los discos pop más destacados de este primer semestre en España). Ama Ia, que lleva un tiempo sin dar noticias también se alimenta de una electrónica de baja fidelidad y tristeza que conquistó al jurado de Autoplacer.

Otros nombres destacados salidos de Autoplacer serían Macarena FVO, Miguelito Nubesnegras, los politizados El Pardo, los casi adolescentes No Fucks (con reciente 7” en High Five discos…sello de Guillermo Farré), Jessica and the Fletchers (que acaban de tocar en el Popfest de Nueva York), o Juventud Juché, ya convertidos en uno de los nombres imprescindibles del relevo generacional del pop independiente español.