Esta serie de tres notas es posible gracias a la invitación del club de vacaciones Royal Holiday

Leo en los diarios que en los primeros días de 2011 suman más de 500 los muertos por inundaciones en Rio de Janeiro. Podría haber ocurrido mientras estuvimos allí, hace un par de meses, y quizás qué cosas. Pero durante nuestra visita otros problemillas, algo así como una guerra en las favelas, sacudieron la ciudad y ni siquiera nos dimos cuenta.

Llovió, eso sí, sobre todo la última noche de nuestra visita a Rio de Janeiro, donde estuvimos a cuerpo de rey por cortesía del sistema de vacaciones Royal Holiday. Luego de un extenuante y delicioso paseo diurno por islas paradisiacas como las que aparecen en comerciales de Kem Piña (foto), cercanas a la ciudad de Angra dos Reis, volvimos al hotel y decidimos entre todo el grupo, como casi todas las decisiones del viaje, escuchar música brasilera en vivo. Fuimos, entonces, al céntrico y bohemio barrio de Lapa y lo único que pillamos fue a un quinteto de be-bop, solvente y entusiasta. Pero al grupo el entusiasmo le alcanzó sólo para la primera salida de tres, así que huimos del local, no muy distinto de uno de medio pelo de nuestro Bellavista, y ahí empezó lo bueno.

A dos cuadras estaba los arcos de Lapa, el “centro del carrete” de Rio. Si la noche anterior pagamos 19 reales por un caipiriña en un restaurante de moda, en los carritos de la plaza daban dos por 5 reales. Esa era la onda, y a pesar de que llovía, había mucho jolgorio-ambiente. Bajo los arcos, un grupo de músicos tocaba un samba que animaba a bailarines, turistas y pordioseros por igual, y más allá, en un gran escenario con pantalla gigante y todo, estaba tocando Lenine, una megaestrella de la música  popular brasilera. En mi inconmensurable ignorancia, sólo había escuchado hablar de él por su colaboración en el disco de 2010 de los chilenos Congreso, Con los ojos en la calle, pero el fervor del público carioca e investigaciones posteriores me pusieron al corriente de la importancia del músico con que me topé.

“Todas las semanas hacen conciertos en esta plaza”, me aseguró un tipo parecido al cantante de Calle 13 cuando compraba la tercera ronda de caipiriñas. Se llamaba Darlan Benites y fue nuestro guía lo que quedó de noche. El personal chileno había disminuido a tres elementos, y el amigo brasilero junto a otro nos metió conversación, me habló de Chile y de Brasil, del Che Guevara y de fútbol (le gustaba Fluminense), nos invitó una cerveza y nos llevó a la famosa Escalera de Selaron, locación habitual de comerciales y videoclips (U2 y Snoop Dog grabaron allí). En los peldaños bebimos, molestamos a extranjeros (como nosotros), y junto a una rapera canadiense, Darlan que hacía el ritmo de axé con la boca y el compañero chileno del Mercurio que tocaba quena con las manos, creamos el nuevo ritmo del “axé andino”. Pronto pegará en todo el mundo.

Lo que vino después fue más alcohol, conversaciones donde entiendes la mitad de lo que te dicen y un fin de fiesta en un departamento de 10 metro cuadrados con su dueño, Darlan, cantando voz en cuenllo junto al chileno versiones fogateras de Pearl Jam. Semanas después, Darlan me agregaría a Facebook y comenzaría a enviar periódicamente versiones de clásicos de los ’90, grabadas con su cámara web y a torso desnudo. Lo acabo de eliminar de mis amigos. Fue un buen viaje.

Toda la información del club de vacaciones Royal Holiday acá www.royal-holiday.com