El pasado lunes estuvimos en un nuevo encuentro de Ruidosa en el Teatro Nescafé de las Artes. Una conversación entre la cantante argentina Barbi Recanati y la vocalista de Garbage, Shirley Manson, moderada por Francisca Valenzuela. Aquí algunos apuntes.

  • “Antes eras divertida”, le decían a Barbi Recanati sus pares músicos en Buenos Aires. Es una de las primeras cosas que nos cuenta luego de cantar dos canciones a pura guitarra de palo. La ex vocalista de Utopians se desmarcó de la escena rockera hace pocos años al sumarse a denuncias de abuso sexual en diferentes bandas de su país. Dejaron de invitarla a conciertos y le dieron la espalda, mientras que se enfocaba en escribir canciones para su carrera solista. Con eso encontró un nuevo público con el que donde se sentía más cómoda. En vez de quedarse en esta nueva zona de confort y tocar solo con pares que ella dice “mujer blanca heterosexual”, sino que pasar el micrófono y visibilizar a mujeres identificadas como LGBTI con raíces indígenas, que tienen menos voz. Plantea que una vez que se armen ciclos musicales femeninos y/o feministas el mensaje llegará más claro al resto. Dice que ya han pasado los tiempos para que ser considerada en los carteles o compartir espacios en la escena musical tengas que ser la mejor o la primera en algo o que cantes como Björk que, reconoce, no es su caso.

 

  • Después de pasar por dos bandas como tecladista, Shirley Manson estaba en una etapa algo precaria, pero no demasiado inusual para una artista en Gran Bretaña. Estaba cobrando los beneficios sociales que da el gobierno cuando se está cesante. En eso le llegó la invitación para unirse a Garbage a mediados de los 90s. Le dijeron dos cosas que se transformaron en desafío. La primera era que debía escribir las canciones. Ella mintió de manera muy convincente diciendo que lo hacía y así se llevó las maquetas de la música a la casa. “¿De qué escribo?”, se preguntó. En poco tiempo esa duda se convirtió en pánico y miedo, dos motores perfectos para componer algunos versos.

 

  • La segunda es que probablemente la prensa le pediría todas las entrevistas a Butch Vig, que era el integrante famoso de la banda ya que había sido el productor del Nevermind de Nirvana, entre otros discos, cosa que no fue tan cierta finalmente. La colorina se haría escuchar. A medida que llegó el éxito que trajo consigo las portadas en revistas aludiendo a su imagen sensual, el acoso de los paparazzi la hizo sentir asqueada. En ese nuevo espacio de poder se vio inclinada a contratar a más mujeres en su equipo para incorporar visiones más frescas y darles también un espacio a músicas, contadoras o abogadas. Esto no solamente en la industria discográfica, sino que, en todo ámbito, porque la diferencia de género es global y transversal.

 

  • Barbi pregunta al público para confirmar si sacaron historia de las clases del colegio, que es tan importante para progresar. De los asientos contesta una chica alzando la voz “llevamos tres semanas haciendo historia”. Todas aplauden. La argentina da consejos para no bajar los brazos. “Elijan muy bien las batallas en el feminismo. El día que llegué a Chile no podía parar de llorar”, recuerda. “Después pasó. Yo hago una agenda emocional. Elijo dos días en que no voy a hablar de nada para no angustiarme tanto y así no parar de luchar. Si están tristes, paren, hagan otras cosas. El gobierno los quiere dejar ciego, quiere que se cansen. Ojalá, Chile se acostumbre a salir a la calle todos los meses”. No podría haber hecho un mejor remate.

 

Crédito fotos: Val Val Palavecino para Ruidosa.