Conmemoramos hoy los 20 años de Ladies and gentlemen we are floating in space.

Cuando hablamos de discos de ruptura, pocos han conseguido mezclar en igual medida belleza y desgarro como la tercera placa de Spiritualized, que marcó un punto de inflexión en la carrera de su autor, no tardó mucho en convertirse en un clásico y sigue demostrando que los noventa no fueron una década sosa y aburrida, como muchos aún se empeñan en creer.

La historia ya es conocida, pero vale recordarla para poner las cosas en contexto: Jason “Spaceman” Pierce y Kate Radley, fundadores de Spiritualized, terminan su relación sentimental de años cuando ella lo abandona en 1995 por Richard Ashcroft, líder de The Verve.

Jason, con el corazón hecho añicos, se vuelca a componer música para exorcizar todos sus demonios y rearmarse nuevamente. Una tarea nada de fácil, pues Kate siguió integrando la banda hasta su salida definitiva en 1997, poco después de la salida de este disco.

Acompañado por el bajista Sean Cook, Pierce comenzó a grabar demos que pronto se convirtieron en canciones completas, listas para ser grabadas por toda la banda, con colaboraciones notables como el cuarteto de cuerdas de Alexander Balanescu –presente en el anterior Pure Phase de 1995-, el veterano pianista Dr. John y el Coro Gospel de la Comunidad de Londres, aliados fundamentales en esta nueva etapa.

A los pocos minutos de dar play, queda claro que estamos frente a un hombre que prefiere usar la música como medio curativo, cantando con el corazón en la mano para espantar sus males. El tema de la sanación es evidente desde el empaque del álbum, que en su primera edición venía en una caja de cartón, con el disco en un envoltorio sellado como si fuera una tableta y con el libreto interior convertido en un folleto que indica los componentes activos, forma de uso, dosis recomendada, instrucciones de almacenaje y efectos secundarios.

En los 70 minutos de duración de Ladies and gentlemen we are floating in space (título tomado de un pasaje del libro El mundo de Sofía de Jostein Gaarder) la melancolía es la que manda –como bien indicaba el colega Claudio Ruiz hace unas semanas en la radio- con pasajes desoladores como el tema titular que abre el disco o las inmensas “Broken heart”, “Stay with me” o “Cool Waves”, donde el Coro hace que la canción se encumbre hasta convertirse en una experiencia espiritual, el mismo efecto que se siente al escuchar los primeros discos de Low.

También hay espacio para los arrebatos garage (con infusión de góspel en “Come together”, ruidoso y desbocado en “Electricity”), para combinar melancolía y psicodelia como en el caso de “All of my thoughts” o “I think I’m in love”, conducida por un obsesivo ritmo de teclado que transporta las cínicas frases de Pierce sobre el enamoramiento -en uno de los pocos momentos del disco en donde no lo sobrepasa la pena- y para embarcarse en explosivas excursiones como “No God only religión” o la final “Cop shoot cop…”, donde el dolor parece transmutarse en una mezcla de resignación mientras el tema alterna entre la calma y la euforia hasta disolverse tranquilamente, mientras retornamos a la realidad con el recuerdo de haber vivido varios estados emocionales, varios de ellos al mismo tiempo.

Veinte años después de su edición original, Ladies and gentlemen we are floating in space sigue sonando igual de conmovedor y poderoso, tanto que no sería mala idea agregar una última recomendación al folleto: Mucho cuidado con el momento que elijas para escucharlo, ya que podría desarmarte sin problemas. Se recomienda consumir con precaución.