Fotos: Rodrigo Ferrari

1. Tras la edición de Coexist, quedó claro que The xx habían apostado por dar un mayor protagonismo al “envoltorio” de sus canciones, acercándose sigilosamente a la pista de baile, no desde el baile, sino desde la atmósfera que se genera en torno a él. Para Jamie Smith – principal responsable de este cambio en las intenciones sonoras del trío – tanto sus labores de producción para otros artistas, como sus remezclas, sesiones de DJ y discos en solitario, fueron un campo de pruebas para tantear las múltiples perspectivas que confluyen en la música del trío. No extraña que sea él quién más dinamismo otorga a la propuesta en vivo de The xx.

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2. Lo que más le sobra a The xx son las canciones. Su imaginario lírico, ese que sienta sus bases en esa imagen romántica e íntima de las relaciones de pareja, convierte cada canción en un pequeño himno, que se canta en voz alta, tratando de emular el sentido y sentimiento que en ella se expresa. En ese sentido, Romy Madley-Croft y Oliver Sim, no pueden ser mejores intérpretes: lo que “en disco” se siente tímido, triste y nostálgico, crece en el show “en vivo”, traduciéndose en pequeñas miradas de complicidad, oscuros pasos de baile y una omnipresente apatía que, lejos de desanimar al público, parece enardecerlo.

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3. Los dos elementos anteriores se conjugan para ofrecer un sólido show. Cuando quieren alejarse de lo que son en disco, The xx optan por matizar de la mejor manera posible. Sea mediante una punzante solemnidad (las ralentizadas versiones “Crystalised” y “Chained”, ganan intensidad en cuánto más tortuosas se hacen) o con un afán meramente hedonista (“Reunion”, “Far nearer” y “Sunset” fueron acá una sola gran canción bailable), The xx manejan no sólo los tiempos, sino el estado de ánimo de quienes asisten a sus shows. Incluso cuando se mantienen fieles al sonido de sus discos, no tienen pérdida: dejando a un lado el bajo y tomando con fuerza el micrófono, Sim cantó “Fiction” como si fuera la última canción de su vida; “Islands”, lejos de parecer un pedazo de tierra flotando en el mar, se inserta en el repertorio con potencia. Y tanto la inicial “Try” como la instrumental “Intro”, silenciaron de golpe a los bulliciosos de siempre, con unos bajos retumbantes.

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4. Uno se pregunta qué más pueden dar de sí The xx en el futuro si, tanto en formato disco como en su show en vivo, parecen encontrarse en el peak de su carrera. Probablemente, la respuesta la tenga el inmenso Jamie Smith quien, parapetado tras 4 CDJs, dos mixers, dos samplers, dos sintetizadores y una serie de elementos de percusión, fue el incógnito, pero merecido protagonista de la noche. Que Sim y Madley-Croft sigan haciendo canciones, sí. Pero que Smith se quede con ellos por varios años.

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