Fotos: Carlos Molina

Ayer sabíamos que iba a tocar una de las mejores bandas de la historia del indie rock. Sus discos nos han acompañado durante muchos años, nada de sorpresa por ahí. Pero lo que no muchos sabían era lo extraordinarios que son también en vivo con una puesta en escena minimalista en iluminación y efectos, pero contundente en la instrumentación.

La noche se abre con la frenética “Random name generator” del disco Star wars. Un guiño al rock setentero sicodélico, con un riff que levanta de entrada a un público que esperaba un inicio más apacible. Luego se inician las interpretaciones deliciosas de temas como “I’m trying to break your heart” (Yankee hotel foxtrot) que conocíamos de memoria en versión de estudio pero que en vivo toma dimensiones distintas. Continúan con “The art of almost” que muestra que cuando Wilco quiere entrar en lo más matemático (de math rock, se entiende) y virtuoso puede lograr estar parado sin complejos al lado de Tortoise, sus contemporáneos y coterráneos. Sigue “Misunderstood” en donde el público más antiguo corea “Do you still love rock and rock”. Sin duda que sí.

Canciones como “Ill fight” o “Handshake drugs” recuerdan que cuando Wilco quiere explorar sus raíces en la americana, sacando hasta la slide guitar a colación, logran esas imágenes de nostalgia de tiempos pasados, de carreteras perdidas o de la soledad de la inmensidad norteamericana. Por algo Jeff Tweedy entra al escenario con su gorro de cowboy. “Via Chicago” (Summerteeth), quizás su mejor balada, consigue ese contraste entre la súbita violencia del batería Glenn Kotche y el inmenso guitarra Nels Cline y la dulzura aparente de una canción romántica convencional.

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Jeff Tweedy está contento. Repite “gracias” en español varias veces. El público lo alienta pero nunca pierde la concentración en un set que, según las palabras del mismo vocalista, “incluye canciones de todos sus álbumes ya que era la primera vez que tocaban acá”. “Impossible Germany” muestra la influencia de la producción de Jim O’Rourke en su puesta en vivo. Un tema lleno de texturas y capas de guitarras que evocan al -también producido por O’Rourke- Sonic nurse de Sonic Youth. Ahí nos damos cuenta de que esa idea “indie” que las bandas no deben ser dotadas técnicamente se rompe con Wilco. Instrumentalmente, son de lo mejor que hemos visto en el género en 20 años.

Luego empieza una seguidilla de temas de Yankee hotel foxtrot. Canciones que pudieron ser premonitorias de los ataques del 11 de septiembre del 2001 y cómo cambiarían su país como “Jesus, etc”, “Heavy metal drummer”, “I’m the man who loves you” (el momento más Sgt. Pepper’s de la noche) y donde muestran porqué ese disco es uno de los mejores de la década pasada. “Passenger side” (AM) es un gustito que le dan a un fan que lleva un cartel de Tweedy en el Wilcomobile, canción que pocas veces tocan en vivo y donde se aprecia que el indie folk les sale muy simple.

Cierran con “Spiders (Kidsmoke)”. Una canción casi instrumental, minimalista, deconstruida y armada con la maestría de una banda con un fiato impresionante donde cada uno explora sus ruidos en su esquina, sin que nada choque y que suene a exceso.

Wilco tocó frente a sus fans. Muchos soñabamos con esto desde hace años y recordamos porqué son una banda que se mantiene vigente y se reinventa tantas veces, sin perder sus raíces de ser una gran banda de rock americano. Wilco no es del gusto de todos (la mitad del aforo del teatro sin ocupar) porque tampoco quieren hacerla fácil. Se entretienen tocando en vivo y en ese escenario es donde se desenvuelven y permiten que miremos recovecos de canciones que conocemos de memoria. Un placer tenerlos en Chile por primera vez y le tomamos la palabra a Tweedy sobre que volverán pronto.