Qué son más emocionantes ¿las despedidas o los reencuentros?

Es diciembre de 2003 y Paul Simon comienza a tocar su guitarra, mientras cuenta al micrófono del Madison Square Garden el contexto de una de las canciones de amor más bellas escritas y musicalizadas a la fecha. Su voz quebrada invoca a Tom, su compañero de casi toda vida. El teatro hace esfuerzos por no venirse abajo mientras el dúo Simon & Garfunkel se une finalmente en un cántico celestial más de 30 años después de haber sido concebido.

1969 no fue un año fácil para Paul Simon. Sobre su espalda sentía el peso de llevar adelante un proyecto musical que debía ser compartido. Que había sido siempre así. Que cosechó fama internacional por ser justamente de a dos.

Sin lograr poner los pies sobre la tierra tras el rotundo éxito de Bookends (1968), sentarse a escribir un nuevo disco en las condiciones en que lo hizo Simon no puede haber sido fácil. Tenía claro que el trabajo lo haría él pero las flores, las flores serían para ambos. No por nada, con los años, Simón optó por ser menos cuidadoso al hablar de lo que le provocó la edición y éxito del disco Bridge over troubled water (1970). Confesó que cada vez que Garfunkel terminaba de cantar el single homónimo, no podía dejar de pensar en la mala decisión que fue haber insistido en que fuera él quien cantara ese track que, paradójicamente, hablaba de la verdadera amistad en tiempos difíciles. Fue una obra suya, pero los créditos iban para su espigado compañero.

Sin embargo, aún en ese ejercicio solitario y resentido, Paul invocó a Tom.

“Tom, get your plane right on time
(Tom, toma tu avión a tiempo)
I know your part’ll go fine
(Tu sabes que tu parte saldrá bien)
Fly down to Mexico”.
(Vuela a México.)

Así empieza “The only living boy in New York”, octava canción del álbum Bridge over trouble water, donde Tom no es otro que Garfunkel. ¿Cómo? Sí. Tom & Jerry se hacía llamar el dúo de Queens a mediados de los 50s, cuando comenzaban a componer y grabar juntos.

Durante el primer semestre de 1969, mientras la pareja musical arrendaba una casa en el sector de Blue Jay Way en Los Angeles, Art Garfunkel decidió tomarse en serio sus ganas de ser una estrella de Hollywood y aceptó interpretar al Capitán Nately en la película Catch-22 que por esos días se filmaba en México.

Simon intuyó lo que vendría. Aunque a los ojos del mundo, el amor fraterno entre la dupla parecía no tener límites, la distancia entre ambos era evidente. Como si se tratara de un final de temporada, “The only living boy in New York” fue la última canción del disco en ser grabada un 15 de noviembre de 1969. No sería la última vez que compartirían estudio, pero sí la última que lo harían con éxito. Fue su himno de despedida.

Junto con hacerse cargo de la situación que vivían como banda, Artie viajando al sur para cumplir su sueño de ser actor, Simon se remonta a sus primeros tiempos como dúo, cuando las exigencias no eran muchos, el tiempo sobraba y las preocupaciones no iban más allá de saber si el día estaría soleado:

“I get the news I need on the weather report
(Consigo las noticias que necesito en el pronóstico del tiempo)
I can gather all the news I need on the weather report
(Puedo juntar todas las noticias que necesito en el pronóstico del tiempo)
Hey, I’ve got nothing to do today but smile”.
(Oye, no tengo nada más que hacer, salvo sonreir.)

Pero es hora de decir adiós. Artie quiere irse, no solo a México. Él quiere abandonar el proyecto:

“I know you’ve been eager to fly now”
(Sé que estás ansioso por partir)

Pero no hay rencor en las palabras de Simon. En el fondo él sabe que cuando las cosas ya no funcionan, es mejor dejar ir, ser siempre honestos con uno mismo:

“Hey let your honesty shine, shine, shine now
(Oye, deja que tu honestidad brille, brille, brille ahora)
Like it shines on me”.
(Tal como brillaba conmigo)

La canción se inunda al final con un coro que dice “Here I am” (Aquí estoy) que ambos grabaron en una cámara de eco superponiendo hasta 8 veces su propias voces. El resultado sobrecoge y transforma esta canción en uno de los puntos más altos del álbum, no solo por cómo suena, sino por lo que involucra, quizás una historia no muy conocida, pero que le da sentido a una noticia -la separación- que solo harían oficial un años después de la salida del disco y tras cumplir con algunas giras de promoción en las que casi no se hablaban.

“The only living boy in New York” es una canción de despedida, pero sobre todo es una canción de amor. De cariño fraterno, honesto y libre, donde el interés de uno no encierra al otro, aunque duela dejar ir y donde el tiempo permite volver a reunirse tres décadas después para decir a coro “Here I am” (Aquí estoy).

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