Warpaint en vivo
Jueves 20 de agosto en Blondie
Fotos: Rodrigo Ferrari

A penas dos LPs les ha costado a las chicas de Warpaint para hacerse de un séquito más que cuantioso en tierras chilenas. Esto se notó desde el minuto en que las entradas se pusieron a disposición en forma gratuita gracias al gentil auspicio de Converse Chile. Pero aún así quedaba la duda de si el público que agotó las entradas lo hacía más por un ánimo de figurar (o de frentón revender las entradas) que de disfrutar de la propuesta de las californianas.

Todo aquello dejó de tener cualquier tipo de sentido desde el minuto en que la banda se posó en el escenario, que poco minutos antes había precalentado con una muy buena presentación los nacionales de The Dagger Complex. Si bien la música de Warpaint se pasea desde lo sutil y lo dulce a lo enérgico y lo férreo, su desplante sigue una hoja de ruta que no transa en intensidad, y que a medida de que las velas se consumen va dejando espacios para que cada una de las integrantes demuestre por qué es una parte fundamental de la banda.

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“Bees” es la canción elegida para invitar a la fascinación que inevitablemente provocan. Desde el primer golpe de percusión de la prodigiosa Stella Mozgawa, hasta que ya las otras tres integrantes están arriba de ese zigzagueo trepidante, el hipnotismo se apodera tanto de fans acérrimos como de los curiosos asistentes. La frase “Did I reset when I started?” cobra un sentido casi descriptivo de lo que acontece abajo del escenario, lo que se intensificaría a modo de respuesta a aquella interrogante con la continuación de “Composure” y “Undertow” todas de su debut de 2010 The fool.

Recién después de esa triada es que aparecen sus composiciones más recientes con la delicada interpretación de “No way out” para seguir con “Intro”, “Keep it healthy” y “Love is to die” tocadas en el mismo orden en el que abren el tremendo disco homónimo que publicaron el año pasado. La última de estas tres es quizás la que los oyentes hacen propia con mayor potestad, y el fraseo del “Love is to dance” suena como un mantra o como un mandamiento dictado para ser llevado como leitmotiv en el día a día.

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En la segunda fracción de la presentación se da lugar para que tanto Theresa Wayman como Emily Kokal se tomen algo de protagonismo intercalado, la primera haciendo uso de una voz y un desplante seductor y la segunda con una actitud abrasiva y dominante. Es aquí cuando uno comprende que lo de Warpaint es una energía disfrazada de fragilidad, o que tal vez en esa misma fragilidad, que a ratos parecería que doliera, es donde encuentran la oportunidad de sacar a la luz todos los sentimientos encubiertos y postergados.

Ya en el cierre Kokal se toma el escenario con una celebradísima interpretación de esa especie de balada que es “Baby” y que suena aún mucho más personal que en la versión de estudio, acompañada acertadamente por las luces de rebote de la clásica bola de espejo de este tradicional local santiaguino. “Disco//very” despierta los sentidos demostrando que las ganas de que esto no se acabe son absolutamente recíprocas. “Krimson” marca el cierre definitivo, y aunque aún es bastante temprano como para volver a casa, la mayoría emprende la retirada porque el daño ya está hecho, la celebración ha acabado y el confort que aún se siente en la piel es endeble pero pareciera ser imperecedero.

Fotos: Rodrigo Ferrari

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