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Bradford James Cox es el vocalista y líder de Deerhunter, aquel grupo de noise psicodélico ya comentado anteriormente en Super45. Como dato a tener en cuenta, este extravagante personaje, que aparece en los escenarios vestido como quinceañera, sufre del Síndrome de Marfan, una enfermedad que además de problemas físicos, puede despertar en sus pacientes características geniales (como en el caso del violinista Paganini, del blusero Robert Johnson o de Abraham Lincoln). Pues bien, el hombre ha optado por incursionar en nuevos caminos sonoros y se ha embarcado en un proyecto solista de tintes pop ambientales, con uso de loops, sampleos y minimalismos varios para construir algo grande (Sonido Atlas, con ese nombre no se va con chicas).

Después de lanzarse con un split 12″ y un par de EPs, Bradford James Cox nos presenta su disco debut, al que pretende imprimirle un tono romántico, entre guitarras y sonidos electrónicos. Es un trabajo disparejo, compuesto mayormente por temas semicantados poblados de delicados elementos, en fase dream pop, con semejanza a muchas cosas ya sobrescuchadas, que más bien tienden al tedio.

Para no desmerecer, hay excepciones como “Bite marks”, que resulta muy agradable y cálida, o algunas creaciones instrumentales con algo más de desarrollo sonoro que le agregan algo de interés al disco. Pero a modo global, suele caer en la pérdida de la intención y se enmaraña en sonidos dispersos, ya que el planeo atmosférico ahoga las posibilidades de conseguir resultados más simples pero con sustancia. No sé si Cox es un genio o no, pero me parece que la cosa anda mejor con Deerhunter que con Atlas Sound, aunque ahora resulte demasiado prematuro decirlo. Trabajo prescindible.