aves1.jpg
Aves de Chile hereda parte de ese imaginario onírico y salvaje de los míticos El Indio. Una idea que se interna en fracturas temporales, como una visita a un pueblo abandonado. Los recursos que utiliza el dúo compuesto por Sebastián Sampieri y Pablo Flores (la ex-banda de Gepe) son básicamente instrumentos acústicos (charango, guitarra acústica, piano) manipulados a través de software. Y aquí radica la paradoja de esta música: usa métodos cercanos al futuro mezclados con melodías del pasado, más cercanas a Erik Satie que a Jamie Lidell. Las sonoridades de este debut se aproximan a un recorrido visual y lúdico, donde temas como la infancia y la nostalgia se evocan con acierto. Cada canción tiene la estructura de un soundtrack con roces hacia lo tribal y los orígenes, mientras que los sonidos inusuales de pianos desafinados y guitarras disonantes toman al auditor por sorpresa.

El dúo busca una respuesta de la audiencia, por lo menos un efecto provocado por lo perturbador de los materiales empleados. Esto en una suerte de exploración de las reacciones más primigenias y básicas hacia un estímulo que va derecho hacia el subconsciente. En este sentido, el álbum de Aves de Chile posee esa característica próxima a lo ritual o lo terapéutico; explorar el impacto en la psiquis de tal o cual imagen sonora. El elemento del misterio, de lo inabarcable pero intenso está siempre presente en las 6 composiciones del disco. Aves de Chile enmarca esta travesía por los universos inexplorados de la ciencia acústica con dos hermosas armonías que abren y cierran el cd. Como si este viaje a las profundidades, a lo recóndito no fuera más que un paseo por la propia intimidad del ser humano, por ese lenguaje inentendible que es el mundo del otro yo, durmiente y siempre ahí. La fragilidad y la tensión son manejadas con acierto por Sampieri y Flores, con una sutileza inherente. Ambos poseen una extrema riqueza del lenguaje sonoro, y se internan donde pocos se atreven.

Quienes se encuentren familiarizados con los inicios de Gastr del Sol, Foehn o Rachel’s encontrarán sin dudas algunos puntos en común con las aventuras musicales de Aves de Chile en su experimentación. Esta es la originalidad del dúo: alejarse del “ruido por el ruido” predominante en la escena más vanguardista chilena, para integrar un poco más de elementos emotivos en su discurso. No es tanto “te odio y te destruiré los tímpanos” como “te contaré una historia, siéntate y escucha”. A la vez, la dupla tiene un vínculo con una cierta historicidad de los instrumentos; los colores indígenas por una parte, los concretos por otra, y finalmente los impresionistas ayudan a formar una paleta que hace referencia a toda una herencia cultural. No es difícil imaginar una salitrera abandonada en el desierto, un viejo bar al borde del Estrecho de Magallanes o alguna montaña prehistórica y cavernosa cerca del Bío Bío