bandofhorses_final1.jpg

El feedback entre americanos y canadienses da, en hora buena, interesantes resultados. Tomando las raíces dejadas por la música americana, han sabido dar justo en el nervio sensible a los nuevos/viejos sonidos que, hoy por hoy, tienen una fábrica de bandas que necesitan mostrar lo que saben. En este caso, el country, con un fuerte contenido lírico e instrumental, es mezclado con el buen rock alternativo, haciendo que un género como el indie se siga refrescando y renovando. Como médula de todo esto, el señor Neil Young dejó un legado de huella marcada, como un referente que se respeta pero no imita. Partiendo de este punto, podemos decir que Band of Horses mantiene esa línea habitual de calidad proveniente de la discográfica Sub Pop.

Salidos de Seattle, la agrupación es integrada por ex miembros de los experimentales Carissa’s Weird (Mat Brooke en bajo y Ben Bridwell en guitarra y voz), quienes en este nuevo proyecto contaron con la producción de Phil Ek (Modest Mouse, The Shins y Built To Spill), otorgando al trabajo todos los detalles que lo hacen resaltar.

Everything All The Time puede tener una variedad de comparaciones -algunas de las cuales son casi dictatoriales-, pero cada elemento de este debut suele apagar esa llama de similitudes. Primero el sonido es parecido a The Shins o My Morning Jacket, sobre todo en discos como Z o In Still Movies, donde crean esas mismas atmósferas llenas de angustia y nostalgia. La ejecución vocal de Bridwell es muy parecida a los aullidos y quiebres otorgados por Wayne Coyne de The Flaming Lips. También se acercan a Wolf Parade (otra de las nuevas apuestas del mismo sello durante el año pasado), en cuanto al manejo de tiempos y ritmos.

A pesar de estos antecedentes, este álbum puede sostenerse por si sólo y tiene motivos de sobra para hacerlo; buena estructura de canciones que mantienen ese vaivén de emoción que, cuando decae, regresa pronto a un clímax de impecable facturación, lo que permite que el enganche sea efectivo. Everything All The Time, parte con ‘The first song’ abriendo las puertas de la nostalgia, con guitarras melódicas y la voz de Bridwell haciendo uso de todas las posibilidades que la canción ofrece. ‘Wicked Gil’ no escatima esfuerzos con un space rock de notorios y sensibles arreglos. ‘The Funeral’ cambia esos paisajes, creando una lúgubre atmósfera de pop aterciopelado. La acústica ‘The Great Salt Lake’ mantiene ese hilo de emociones a flor de piel y ‘Weed Party’ apela a lo más psicodélico y extrovertido. El final es desbordante con ‘St. Augustine’, tema que logra que esta acuarela de canciones tenga un cierre totalmente digno.

A pesar de las distintas lecturas que pueda tener, Everything All The Time es un trabajo inteligente, porque acaricia ciertas sensaciones que en ocasiones son difíciles de plasmar. No hay que restar mérito a lo realizado por la dupla Brooke/Bridwell puesto que saben utilizar esos recursos instrumentales y vocales para ponerlos a disposición de canciones llenas de fuerza y variadas texturas.