Existen bandas que parecen destinadas a colaborar entre sí, y cuando finalmente lo hacen uno da gracias por estar en el momento adecuado para escuchar el resultado. Es ese el caso de Bardo Pond, sumos sacerdotes de la escena sicodélica de Philadelphia, que en el nuevo capítulo de su eterno viaje al infinito han unido fuerzas con los japoneses Acid Mothers Temple y los alemanes Guru Guru, una de esas bandas menos populares de la generación krautrock que siempre vale la pena redescubrir.

El resultado, grabado y editado especialmente para el último Record Store Day, es una placa no apta para impacientes, o para quienes deseen oír estrofas y estribillos: acá nos encontramos con largos desarrollos instrumentales, en donde los drones construidos por guitarras distorsionadas se sostienen en percusiones que pasan del letargo a la euforia tribal, matizadas por la ocasional voz y flauta traversa de Isobel Sollenberger.

Los músicos se encargan de abrir la puerta hacia un nuevo estado de conciencia, la decisión de cruzar el umbral y pintar el cuadro mental que más nos agrade con los colores —que dan nombre a cada uno de los temas del disco— es totalmente nuestra.