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Al escuchar por primera vez The Information, hay un cierto gusto amargo, sobretodo para aquellos que prefieren al Beck más melancólico de Mutations y Sea Change. El geniecillo ya nos había dado la tarea de tragarnos Güero y, sin tiempo para masticar, nos tenía servido este último álbum producido por Nigel Godrich (Radiohead, Paul McCartney). Pasamos de los sonidos latinos, con los que había jugado el 2005, a una experimentación destinada a retratar la ciudad y todos los ruidos a los que los avances tecnológicos nos tienen acostumbrados: teléfonos ocupados, máquinas que operan, pequeñas sintetizaciones que configuran un retrato del entorno moderno filtrado por la particular mirada del norteamericano.

La mezcla de ritmos y sonidos le permiten a Beck moverse con total libertad, pasando de rapear en los primeros temas, a generar atmósferas rítmicas con su conocido recurso de duplicar su voz y hacer un coro con ella en el resto del disco, o, por supuesto, cantar con ese tono que, a pesar de que aparentemente no tiene mayor particularidad, es su sello propio. Las guitarras acústicas, que amenazaban con una terrorífica ausencia en las tres primeras canciones del álbum, vuelven en gloria y majestad en ‘Strange apparition’ para quedarse a reinar hasta que termina su quinceava canción. Estribillos geniales y pegajosos se mueven a lo largo de cada tema, inclusive el single ‘Nausea’, con un bajo atractivo y envolvente es una muestra de esa alma pop que tiene Beck en todas sus composiciones.

Más extrovertido, experimental y energético, The Information se dispone como un disco que recurre al folk y al country, recurrentes en la discografía de Beck, pero que se nos presenta intervenido y violentado por el hip hop de ‘We dance alone’, por los sonidos electrónicos de ’Motorcade’, por los ritmos funk y por lo indie de las guitarras, que muy pocas veces bajan su tempo. Pero, cuando este tempo se ralentiza, nacen canciones estremecedoras como ‘New round’ o ‘Dark star’. Finaliza ‘The horrible Fanfare/Landslide exoskeleton’, un tema que insiste en la idea de las máquinas, del progreso tecnológico, de la alienación de la modernidad citadina, en un experimento de casi 10 minutos que envuelve y que reafirma la idea de la música como un producto del avance técnico digital.

Pegajoso y bailable, pero aún adscrito bajo los cánones de folk sofisticado, Beck sigue siendo uno de los líderes del mainstream actual, capaz de echarse al bolsillo códigos estándar de estilo y mezclar bajo su propia mirada tendencias que escurren por la escena indie, inyectando de energía a quienes lo siguen. Sin embargo se extraña el Beck más introspectivo y un poco sensiblero quizás, que se exhibió años atrás con grandes temas intimistas y mucho más silenciosos.