Noveno álbum de estudio y el mejor vendido de toda su carrera. Tras un disco que coquetea con el folk y el country (Sea change, 2002), Beck retorna a su faceta más rockera de Odelay (1996). Las guitarras dejan la nostalgia de “Lost cause” y vuelven a ser eléctricas, crudas, casi lo-fi, mientras la voz hipnótica, envolvente, retoma la ironía de Midnite vultures (Geffen, 1999). El single “E-Pro”, que abre el álbum, es un tema con un sonido más cercano al garage que al post punk, tan visitado por esas fechas, y de cierta forma sintetiza la propuesta de Güero, un rock indie en su más elemental definición, pero que abre lúdicamente su espectro hacia otros estilos como en “Qué onda güero”, donde incursiona en la fusión latina, algo que ya habíamos visto en algunos tracks de Mutations (1998).

Güero es un excelente álbum para ingresar al universo de Beck porque manifiesta todas sus inquietudes. Un rock con aire vintage, rítmico y que a primera vista resulta sencillo, pero que está enriquecido con muchas capas de arreglos sonoros, tanto eléctricos como análogos, y extraídos desde los estilos más diversos; del hip hop al country, del rock clásico a la electrónica, y del funk al folk. Lo mismo su voz, puede rapear como en “Hell yes”, ser grave y áspera como en “Farewell ride” o dulce y aguda dependiendo de la ocasión. En “Broken drum” es donde vemos más clara la relación con Sea change, y es quizás el tema más triste del disco, pero sin duda el track que mejor lo caracteriza es el segundo single “Girl”; rockero, relajado, un poco alegre, un poco nerd, como demuestran también “Rental Car”, “Send a message to her” o “Scarecrow”.