No había pasado un año del homenaje a la tropicalia que fue Mutations cuando Beck -nuevamente- cambia el rumbo para ir a dar justo al medio del planeta Prince. ¡Quiero desafiar todas las leyes de la lógica sexual! anuncia en “Sexx laws”, el primer single, dejando claro hacia donde iban los tiros.

Con la publicación de su disco anterior, Mutations, Beck mencionó que su último álbum antes de acabar el milenio sería un disco bailable con canciones y letras tontas. En Super 45 no ponemos en duda su lado bailable, aunque si creemos que Beck es un poco radical en cuanto a la tontera con la que enjuicia a su disco. Su modo de samplear baterías de hip hop y de mezclarlas con el sonido folk o incluso de blues al que nos tenía acostumbrado nos deja perplejos, son pequeñas evidencias del post-modernismo que Hansen impregna en este disco, del mismo modo se prueba con este lanzamiento que aquellos sonidos con aire a funk que se filtraban a ratos en Odelay, no eran ningún accidente.

Beck vuelve en el tiempo para disfrutar de una época que no alcanzó a vivir.  Mucho se habló del acercamiento con Prince que logra Beck en este disco, la NME mencionaba en su comentario del álbum: “Beck Hansen tiene la temeridad de su sucesor espiritual para ofrecer lo que es, en parte sustancial, un álbum de Prince.”, mientras la BBC también se referiría al tema diciendo que “con Mutations Beck se convierte de cierto modo en un cientólogo, mientras que con Midnite vultures se convierte en …bueno, Prince”.

Midnite vultures fue acogido por la prensa de una manera espectacular. En Pitchfork se considero como el quinto mejor álbum del año con una nota 8.5, mientras NME diría “es el último gran disco bailable del milenio”. Por otro lado, alcanzó el puesto #19 en el Reino Unido y #34 en EEUU.

En conclusión, Beck innovó, apostó y ganó. Midnite vultures sigue siendo uno de sus mejores discos.