Mutations fue grabado en catorces días seguidos, durante la primavera de 1998, cuando Beck tenía 28 años y venía de una intensa temporada tras la edición y éxito del sicodélico y delirante Odelay (Geffen, 1996). En Mutations, Beck se transforma en un vaquero de salón y demuestra la versatilidad que confirmará en posteriores trabajos (algo similar sucedería con Sea change y Güero, con las obvias diferencias que marca en tiempo en todo).

La capacidad con que el músico californiano se nutre por diferentes tradiciones musicales para dar contundencia a su tercer disco, o la manera en que se apropia de estas mismas influencias para reubicarlas de una forma propia y particulares lo que hace de Beck un músico capaz –genialidad mediante- de reunir bajo un mismo sombrero diferentes trucos.

La participación de Nigel Goldrich –el reconocido productor de Radiohead- otorga al disco un carácter intimista, casi oscuro,que da la sensación de ser compartido en una fogata de vaqueros, o atravesando el desierto en un auto viejo.

El disco transcurre con momentos casi tímidos, ligados entre ellos por el espíritu delicado y sosegado, ya desde un comienzo con la melancolía de “Cold brains”. Luego, el juego sigue con las mismas claves: ya sea el country-folk de “Canceled chek” o “Bottle of blues”; las reminiscencias a Os Mutantes de “Tropicália” o “Static”. Todas son mutaciones individuales que hace Beck, posiblemente sin saberlo, y que resultan uno de sus trabajos más honestos.