En 1996, cuando el mundo de la música seguía liderada por MTV, el grunge comenzaba su mutación y la electrónica se dispersaba entre sus tantas corrientes. Entre todo ese laberinto de nuevas ideas, Beck se plantó frente al mundo para refregarle su segundo álbum (de los grabados con Geffen) y reafirmarse ante todos quienes vieron en el niño extravagante que jugaba con el folk y la baja fidelidad mostrada en “Loser” (ese himno de universitarios dedicados a vagar y tomar cerveza que acabó por ser el himno de una generación de ex-universitarios dedicados a recordar y tomar cerveza) y que amenazaba en Mellow gold (Geffen, 1994) con hacer algo realmente nuevo, o al menos muy novedoso.

Es en Odelay cuando Beck muestra que vino para quedarse y asume, tal vez sin saberlo o sin intenciones de respetarlo, el papel de ser un white boy de California que propone un espontáneo cruce entre el hip-hop, el folk, el funk y el rock, todo en clave Lo-fi, todo en una aparente broma, en un juego retórico y contagioso de entusiasmo, guiado por esa noventera actitud de no tomarse nada muy en serio. Pero sí que iba en serio. La participación de los Dust Brothers evidencia lo útil y necesaria para dar esa frescura, esa burla intelectual generalizada, contenida en temas como “Devil’s haircut”, “The new pollution”, o “Where it’s at”, el primer sencillo que amalgama diversas texturas reunidos en torno a un sentido hip-hop del ritmo con una onda de “Funky cold medina”. La producción de Odelay es impecable y logra un sonido que ni el mismo Beck podría volver a crear hasta casi diez años después con Güero(2004).

Visto en retrospectiva, Odelay es un trabajo de arqueología musical, una reivindicación de un momento de la historia de la música con diferentes pasados, reuniendo la dispersión de los estilos en un disco, que irónicamente, es igual de disperso; una reproducción de momentos contemporáneos construido a partir de múltiples elementos de otras tradiciones y estilos musicales. Tal como sucede en uno de los mitos que corren con respecto al nombre del disco: unos dicen que originalmente era “Órale” y que el diseñador lo entendió mal. Otros aseguran que es el apócope de “Oh Delay!”. Odelay logra significar ambas ideas sin decir ninguna, tal como es un disco capaz de reunir diferentes ideas musicales para crear una que nada tiene que ver con ellas.