Apadrinado por Calvin Johnson y casi al mismo tiempo que se editaba Mellow gold (álbum que lo terminaría catapultando hacia el mainstream), Beck se encierra en los estudios de K Records a grabar One foot in the grave. En él, ya se aprecian las virtudes del californiano como compositor, especialmente esa capacidad de difuminar las barreras que separan lo sincero de lo sarcástico, el presente del pasado y lo tradicional de lo moderno.

Con esa extraña facilidad de dotar de nuevo sentido a géneros olvidados, en One foot in the grave Beck rescata algunas piezas del blues tradicional norteamericano, para enfrentarlas con el cinismo del antifolk, en un equilibrio casi accidental entre ambas posturas, de manera sucia y cruda, pero sin perder por ello ese halo que rodea todas y cada una de las composiciones del californiano.

Por lo mismo, “Fourteen rivers fourteen floods” (una reinterpretación de “You gotta move” del Reverendo Gary Davis) y la inicial “He’s a mighty good leader” (cover de una canción tradicional), no desentonan con el ánimo del disco ni las intenciones musicales de él. En este marco musical – tradicional, lo-fi, desnudo- Beck se desenvuelve con la misma fluidez con que lo haría a posteriori, canalizando su sensibilidad en sólidas piezas como “Atmospheric conditions” (junto a Calvin Johnson) o la hilarante “Asshole” (junto a Jon Spencer).

One foot in the grave, distaría enormemente de lo que Beck realizaría en los años por venir.Aunque alejado de la sombra de Calvin Johnson,y con un estado de ánimo oscuro y melancólico, solo con Sea change, Hansen lograría acercarse a lo realizado en este disco, lo que lo convierte en un testimonio más del increíble potencial que el desgarbado rubio escondía desde sus inicios.