Aparecido en noviembre de 1996.

If You’re Feeling Sinister, segundo disco de los escoceses Belle and Sebastian, continuó con la senda emprendida por su debut Tigermilk: llenar el ambiente de dulces sonoridades, delicadas melodías y una marcada preocupación por los arreglos. Ambos discos fueron editados en 1996, con solo meses de diferencia entre uno y otro (Tigermilk salió en marzo e If You’re Feeling Sinister en noviembre), en el mismo año en que sus coterráneos Mogwai veían la luz como banda. A pesar de la cercanía espacial, hay un mundo de diferencia entre ambas propuestas, cuestión que resulta evidente. Con Belle and Sebastian se vive a cabalidad la experiencia del chamber pop, siguiendo un modo de componer que no deja de lado casi nunca la utilización de instrumentos clásicos junto a los tradicionales bajo, batería y guitarra.

Si bien el proyecto comenzó como un grupo de universitarios de espíritu romanticista que no pretendía salir de la pequeña escala en cuanto a la recepción de su música y gravitación de la banda en sus respectivas vidas, su propuesta musical recibió una inesperada y excelente acogida que los catapultó hacia una fama no buscada.

If You’re Feeling Sinister parte con ‘The stars of track and field’, que si bien no es una mala canción, es literalmente el punto de partida para alturas compositivas mucho mayores que se alcanzarán después. ‘Seeing other people’ y ‘Me and the major’, inmediatamente posteriores, son un buen ejemplo de esta progresión ascendente. Siguiendo esta dinámica, se hace una muy difícil tarea la de pretender hacer un ranking de las canciones favoritas de este disco, pero en mi humilde opinión, yo me quedo justo al medio: con las grandiosas ‘Fox in the snow’ y ‘Get Me Away from Here, I’m Dying’.

A pesar de las letras (“Anthony walked to his death because he thought he’d never feel this way again / If he goes back to the house then things would go from bad to worse, what could he do????, primer párrafo del tema que da nombre al disco) la música parece quedar siempre enmarcada en un ámbito de inocencia y días soleados, impresión dada por la ausencia de sonidos agresivos y melodías siempre armónicas.

Hay algo especial en la música de esta banda y es que parece predisponer a un cierto estado de ánimo alegre y luminoso, como si se estuviese flotando en las nubes, estado de suspensión capaz de mantenerlo a uno contento aunque le pasen las cosas más enojosas. Y es que cómo se podría andar enojado si se tiene sonando en los oídos la apaciguadora voz de Stuart Murdoch. Así, la furia española solo puede volver a dominarnos cuando el disco llega a su fin junto a los últimos acordes de ‘Judy and the Dream of Horses’.

Pero hay algo más: la atemporalidad temática de las letras (“Judy wrote the saddest song / She showed it to a boy in school today”, o “Fox in the snow, where do you go / To find something you could eat”) se traslada también a la música, haciendo que ésta se sitúe fuera o más allá del tiempo en un sentido muy específico: permanece siempre vigente, con la frescura de su sonido como elemento constante y revitalizador. La música de Belle and Sebastian no envejece, y mejor aún, permite que podamos volver a ella una y otra vez sin riesgo de caer en el cansancio o el aburrimiento.

Para la época de realización de If you’re feeling sinister, la banda aún contaba con sus siete miembros originales, unidad que se comenzaría a disolver con la salida del bajista Stuart David en el 2000 y posteriormente con la de Isobell Campbell en 2002. Eran tiempos en que la magnificencia y la lucidez que brinda, en algunos casos, la juventud permite facturar obras como esta, que con los años van envejeciendo de la mejor forma posible.

*Todas las semanas revisamos un clásico contemporáneo. Algo para hacer memoria reciente.