Apocalypse es el decimocuarto trabajo de Bill Callahan, y tercero firmado con su nombre y apellido. Contrario a lo que indica su título, más que firmar una sentencia de muerte, Callahan realiza un retrato de una Norteamérica que se mece entre sus culpas y virtudes: una psiquis esquizofrénica que avanza, a tropiezos, más por el peso de sus arraigadas convicciones (orgullo, patriotismo, religión), que por los valores democráticos de los que tanto presumen.

Si hay alguna certeza acerca de este país salvaje, es que se necesita una mente dura; es que quiebra una mente dura, canta Callahan en “Drover”, tema que abre el disco y primer atisbo del contenido de Apocalypse. A lo largo de toda su extensión, Callahan reflexiona sobre la construcción de identidad del pueblo norteamericano, y el sentido de pertenencia y asociación que éste tiene con ella.

Ahí concurren por partes iguales Johnny Cash, Vietnam y David Letterman, así como una serie de simbolismos de naturaleza religiosa, con alusiones al rebaño a través del valle(“Drover”) o la maleza que crece y parece una flor(“Baby’s breath”). Metáforas y símbolos que Callahan interpreta de manera solemne y un tanto severa, rememorando su época más “oscura” como Smog, especialmente la de A river ain’t too much to love (Drag City, 2005).

Este tono reverencial, se mantiene también en lo musical, dejando en el olvido lo desarrollado en sus dos discos anteriores, Woke on a whaleheart (2007) y el estupendo Sometimes I wish we were an eagle (2009), en donde destacaban los cuidados arreglos instrumentales y las cálidas líneas melódicas. Una veta más amable y radio-friendly, que en Apocalypse parece haber sido dejado a un lado: acá las canciones son, en su mayoría, sostenidas por unos cuantos acordes de guitarra (en “America!”, un Callahan inusualmente rockero, rasga la guitarra sólo para llevar el pulso rítmico de la canción) y ligeras intervenciones de batería y piano (como en la jazzera “Riding fot the feeling”).

Aunque no es un disco fácil, Apocalypse confirma la vigencia de Callahan como compositor e intérprete. A diferencia de sus pares, más preocupados de encontrar, mediante devaneos de dudosa inspiración experimental, una identidad perdida hace años (sí, como Will Oldham, compañero de armas de Callahan en Drag City), o de coquetear de manera infructuosa con el mainstream (he ahí el lamentable e irrisorio caso de Bon Iver), Bill Callahan sigue siendo un autor consciente de su entorno y de las posibilidades de la música country/folk. Apocalypse, es un áspero diamante que, aún sin pulir, sigue teniendo un valor incalculable.

America-Bill Callahan/Akel by shift of outlines

Encuéntralo en Tienda Sonar en formato CD a $ 12.900 y vinilo a $17.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.