black-lips.jpg

Si antes fueron The Libertines, Black Lips han tomado el receso con un derroche de estilo y una estabilidad que se confirma en esta quinta entrega, Good Bad Not Evil. Jugando con el mito de ser una banda desenfrenada en vivo, Black Lips se toma con ligereza su figura y eso les ha permitido un avance sumamente efectivo.

Lo suyo no se trata de una reinterpretación pasajera de estilos clásicos circundantes al rock’n roll y el punk, como el garage rock de los sesenta (tomen como referencia los volúmenes de Nuggets), el proto-punk de MC5, la suciedad de The Stooges y las influencias psicobilly desde The Cramps. Más bien, es la instalación de una herencia sonora con el aplomo suficiente para sonar actuales, como si ellos hubiesen sido los inventores de su propio estilo musical.

Sin apartarse mucho de sus placas anteriores, Black Lips logra un disco entretenido de inicio a fin, con canciones que no superan los tres minutos y un trabajo esmerado de baja fidelidad. Alternando canciones ponzoñosas -‘I saw a ghost (Lean)’, ‘It feels alright’, ‘Step Right Up’- con otras de ritmo liviano y pop, como en la sobresaliente ‘Bad Kids’ y la sorpresiva ‘O Katrina’, generan un recorrido dinámico y gratificante.

También prueban con el registro de Dylan pasado por The Velvet Underground en canciones como ‘Lock and key’. Y hay pinceladas humorísticas en el terreno del folk sureño, como el relato teatralizado de ‘How do you tell a child that someone has died’, que sin embargo termina siendo un bache innecesario para la energía del disco.