brmc.jpg¿Qué viene después de la experimentación? ¿El retorno a las raíces o nuevos giros estilísticos?. En el cuarto disco de BRMC, sucesor del notable Howl (2005), los chicos de negro optan por la primera opción. Pero, como si hubiesen pegado un salto con elástico a través de estos años, el impulso de vuelta está lejos de ser tan fuerte como el inicial.

A pesar de lo que anuncia la portada del disco, Baby 81 suena mucho más pop que rock garagero. Si bien los temas son más oreja y desarrollados, se extraña la actitud de desparpajo y desenfreno de sus dos primeros trabajos. Es probable que, si se tratase de un debut, el cuento sería distinto. Pero, cuando sabemos la furia que es capaz de transmitir la banda, resulta extraño que en temas como ‘Need some air’ aparezcan coros soft-metal que bajen el perfil. O el falseteo en ‘Killing the light’, que suaviza la contundencia instrumental habitual en ellos.

Para ser justos, el disco cuenta con una buena primera mitad, con un arranque en la tradición de The Jesus & Mary Chain y Primal Scream en los dos primeros temas, la potencia del single ‘Weapon of choice’ o la lennoniana –más bien oasisiana- ‘Windows’. Lamentablemente el disco cae en un bajón que recién tiene un repunte hacia el final con ‘America X’ y ‘Am I only’ y que los acerca a un sonido más propio del brit pop que del viejo rock de la costa oeste.

Comparativamente con los discos anteriores, Baby 81 resulta su álbum más débil, y deja la inquietud de cómo en un par de años la banda fue capaz de pasar de un estado excepcional a uno de menor tono. Tal vez por allí vaya la gracia de algunas bandas como Radiohead que, en vez de regresar a sus orígenes tras el experimento de Ok Computer, deciden avanzar en nuevos campos sin vuelta atrás. Esa audacia es la que parece haber faltado a los BRMC para empezar un camino de trascendencia. Por ahora, marcan el paso.