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El Dylan de turno, el de Modern Times, aparece precedido por un extraño repertorio de sorpresas desde su anterior placa, Love and Theft (Columbia, 2001); sobre todo, la aparición del primer volumen de sus memorias (Chronicles, vol. 1) y la filmación de un documental que escudriña sus inicios en los ’60 (No Direction Home, de Martin Scorsese). Ambos casos no resultarían tan particulares si no fuera por la extrema reserva –desinterés, incluso– del señor Dylan con su vida pasada: a él parece interesarle exclusivamente lo que viene hacia delante, sin importar las cabezas de fans, seguidores y fundamentalistas que deja en el camino.

Entonces, estos son los “tiempos modernos??? de Dylan: un disco que busca sonidos casi perdidos en el inconsciente norteamericano, los recrea y resucita con una banda y una producción impecable (a cargo de él mismo, bajo el alias de Jack Frost). Tal como en Love and Theft, aquí recurre al blues, al swing, las influencias jazzeras, el rockabilly y otros estilos aún más lejanos en el tiempo que el folk que lo que llevó a la cima de la popularidad hace 40 años.

Antes, en Time Out of Mind (Columbia, 1997), reveló su lado más sombrío; fue, como se ha dicho muchas veces, un disco inspirado en la vejez y la muerte. Luego, Love and Theft y sobre todo este Modern Times presentan a Dylan como un hombre en cierta paz, que parece venir de vuelta. De ahí la dulzura, el relajo y la levedad de este disco, a pesar de la pesadez de ciertas canciones. Ahí está, al comienzo, la contradictoria, compleja y divertida ‘Thunder on the mountain’, un blues donde se permite revelar sus pensamientos como si dieran lo mismo: “I was thinkin’ ‘bout Alicia Keys, couldn’t keep from crying/ When she was born in Hell’s Kitchen, I was living down the line/ I’m wondering where in the world Alicia Keys could be/ I been looking for her even clear through Tennessee???. Ahí está, al final, la crepuscular ‘Ain’t talkin’’, una canción apocalíptica ante un mundo terminal, perverso: “Well, the whole world is filled with specullation/ The whole wide world wich people say is round/ They will tear yor mind away from contemplation/ They will jump on your misfortune when you’re down???. Entre una y otra, habla sobre todo, sobre lo de siempre: amores perdidos y añorados, amores que poseen y asfixian, la vida del hombre promedio, que mira lo que pasa y busca redención (en ‘Workingman’s blues’), etc. Pero a pesar de toda la crudeza y el dolor, Dylan canta aquí con tranquilidad y sabiduría, como en una reunión de amigos.

¿Estos son los “tiempos modernos??? para Dylan? ¿Canciones inspiradas en la música de hace 50 años atrás, que hablan de los viejo, bueno y crudo? ¿Un hombre que goza con los sonidos puros de antaño y desprecia la compresión que permite la tecnología actual (como señaló en su comentada entrevista a Rolling Stone) ¿Cómo podría ser todo esto moderno?

Me parece que la respuesta está en el gesto mismo: ya no queda nada, da lo mismo, sólo escucha y disfruta a media tarde, junto a tus amigos, en torno a un buen trago y buena música, la música de siempre: lo mejor está por venir. Eso sí que es moderno.