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Poco antes de lanzar I see a darkness (Palace, 1999), su segundo álbum como Bonnie “Prince” Billy, Will Oldham dijo en una entrevista algo bastante iluminador respecto a su trabajo: él se considera a sí mismo un comediante. No a la manera de Jim Carey, dijo, sino a la de Andy Kaufman, en el sentido de que lo cómico está en llevar las cosas, y a uno mismo con ellas, hasta lo más extremo. En Superwolf esa idea está expresada de forma nítida.

Se trata de un disco hecho en colaboración, al menos nominalmente pareja, con otro músico, lo que Oldham no hacía desde su etapa en Palace. Matt Sweeney, colaborador en Guided by Voices y músico en Chavez y Zwan, habría sido el encargado de escribir la música para este álbum y Oldham, las letras. Sin embargo, da la impresión de que éste fue, al menos, generoso al poner el nombre de Sweeney a la par con el suyo. No porque lo de Sweeney no sea un aporte, sino porque éste es claramente un disco de Bonnie ‘Prince’ Billy antes que nada, más allá del mero hecho de que la voz de Oldham sea una impronta en extremo difícil de atenuar.

Oldham delegó la guitarra del todo a su colega, y se dedicó al bajo esta vez, lo que sin duda hace del álbum algo diferente a todo lo que hizo antes. Y si bien pareciera que Sweeney hizo caso de la totalidad de las solicitudes de Oldham, es evidente que éste le permitió ciertas libertades que el otro supo aprovechar muy bien. En el cuarto tema, ‘Goat and ram’, incluso resuena con fuerza Guided by Voices. El aporte de Sweeney consiste en llenar de blues y rock ‘n’ roll el blues más quedo de Oldham, quien en sus anteriores álbumes había integrado las cuerdas como ingrediente fundamental, algo que en Superwolf desaparece del todo.

El disco entero es un viaje a través de la experiencia amorosa hasta que ésta se extingue, para lo cual el blues es, por supuesto, la más adecuada de las herramientas. Ese viaje tiene como bisagra a “Superwolf???, el superlobo, cierta criatura seudo-mítica salida de la mente de Oldham, y es aquí donde la declaración del cantante en aquella entrevista cobra su significado. Sus letras son de un lirismo que no rehúsa ni las más bizarras imágenes del amor y el deseo, ni el eterno coqueteo de estos con la muerte. Así, las líneas que abren Superwolf dicen: “A menudo he dicho que me gustaría estar muerto en la boca de un tiburón, la mujer nadando por debajo, su aliento tibio enviando un rayo a mi parte más caliente???. En el segundo corte, la bellísima ‘Beast for thee’ (Una bestia para ti), Oldham despliega su sensual talento lírico y vocal para hablar de sí mismo como una bestia maltratada que es sólo feliz a la hora del sexo: “Y en casa el miércoles por la mañana, cabalgando mi cuerno caliente, vas a nacer en gloria, y yo seré tu bestia feliz, tu bestia silenciosa, para siempre tu bestia???.

El quinto corte, ‘Lift us up’, marca el giro hacia el declive del amor. Al introducir Oldham a “Superwolf???, invocándolo como un mago, puede percibirse ese humor oscuro que él mismo reconoce en su trabajo. En su voz incluso se le advierte a punto de estallar en carcajadas mientras lo acompaña una instrumentación que roza lo progresivo. En la soberbia “Blood embrace???, una guitarra reiterativa quiere representar a la rutina como algo espeluznante, mientras suena la grabación de una mujer que confiesa una infidelidad a su hombre y le pregunta: “¿Qué vas a hacer????. Él responde: “Sólo quedarme sentado aquí???. El álbum cierra con ‘I gave you’, un tema de enumeraciones que funciona como ajuste de cuentas: “Te di un niño, y tú no lo quisiste, eso es lo máximo que puedo dar […] Te di un sueño y tú tan solo te despertaste de él???.

Un álbum que crece con cada oída, Superwolf se aprecia más al comprender la poesía de Oldham. De una delicada crudeza, el disco deja la sensación de que Oldham debería trabajar en colaboración con otros músicos con más frecuencia para escapar de su máximo temor: el temor al estancamiento.