cajun-dance-party110.png

Puede sonar odioso, y hasta obvio, comenzar esta reseña hablando de lo joven y precoz que es este quinteto londinense. No serán los primeros ni los últimos a los que se les juzgue por su edad. Pero en el caso de su debut, The colourful life, encontramos en este punto su principal fortaleza.

A lo largo de sus cortas vidas, que promedian apenas los 18 años, han desfilado múltiples estilos por los charts británicos. Estilos que, sin ningún asco, los CJP se apropian para hacer suyos. Partiendo de la base de que hoy ningún sonido es 100% original, la gran dicotomía de la nueva camada de bandas que buscan ser la next big thing es, justamente, amalgamar influencias para generar un sonido propio (¿Tomaste nota, Chris Martin?).

El disco engancha desde el principio, con marcadas influencias brit-pop, en el combo “Colourful life??? y “The race???. Algo que diferencia a Cajun Dance Party de sus contemporáneos es la singular voz del frontman Daniel Blumberg: mucho más poseída por los noventeros Brett Anderson y Justine Frischmann que por sus contemporáneos Alex Turner o Jamie Reynolds; algo similar a lo que hace hoy Luke Pritchard, de The Kooks. Las guitarras son directas y fluyen de manera natural, casi instintiva. Las melodías y ritmos son pegajosos, acompañados por teclados que recuerdan las épocas new wave y post-punk; las letras son directas y desprejuiciadas, sin mayores pretensiones. Todo bajo la atenta mirada de Bernard Butler (ex Suede), que a estas alturas ya es responsable del resurgir del sonido puramente brit. Los singles “The next untouchable??? y “Amylase??? confirman que The colourful life es un disco cargado de hits y potenciales singles. Y para generar el siempre esquivo equilibrio, aparecen baladas más que correctas como “No Joanna??? y el dramático cierre en “The hill, the view and the lights???, donde aparece la voz de la tecladista Vicky Freund.

Tal vez este debut peque de una leve falta de cohesión entre los tracks, pero eso no es ningún crimen. Sólo demuestra las ganas que Cajun Dance Party tenía de tirar toda la carne a la parrilla, tapar bocas y justificar el hecho de que –con sólo dos singles– la poderosa disquera XL se haya fijado en ellos, previa recomendación de un tal Thom Yorke, presión que ha demostrado ser fatal para otras incipientes bandas. Ya hay planes de editar la secuela a fines de año y girar por el mundo. Y si se mantienen en esta senda, no es premonitorio anunciar que tenemos Cajun Dance Party para rato.