A pesar que en los últimos años todo parece ser de una manera distinta, la historia nos ha enseñado que uno de los factores más determinantes en la formación de los Estados Unidos de Norteamérica han sido sus inmigrantes. Y, como muchas veces, es la música el elemento que logra mostrar con mayor naturalidad la belleza dentro de la mezcolanza.

Quizás en algo así estaban pensando desde el comienzo Joey Burns y John Convertino al embarcarse en la aventura de montar Caléxico hace más de diez años. Es que la mezcla tex-mex con una serie de elementos propios sacados de la iconografía del gran oeste norteamericano, han sido el sello de fábrica de esta banda proveniente de Tucson, Arizona.

En su sexta entrega, producida por Nick Luca, Calexico nos deja en claro desde su portada que ésta es una vuelta a los orígenes, después de ese maravilloso coqueteo más pop llamado Garden ruin. Con sorpresivas referencias a Chile (el disco abre con “Victor Jara’s hands” y en “House of Valparaíso” Burns canta crípticamente “La Chascona/ hearts to ocean/ vows unbroken“), Carried to dust evoca una mezcla exquisita de esos sonidos que nos traen a la mente hombres en caballos usando botas puntiagudas polvorientas y camisas con bordados afilados. Con certeza podemos decir que este disco está más emparentado con Feast of wire (2003) que con Garden ruin (2006), su trabajo más reciente.

Con una atmósfera melancólica, que tiene su punto cúlmine en la deconstrucción en el cierre de “Contention City”, Carried to dust responde con suficiencia el examen de los fans más ortodoxos de la banda. Los puntos más interesantes del disco están en la espectral “The news about William” y en “Inspiración”, cantada completamente en un castellano poco castizo (“ya es muy tarde/ para decirte que soy cambiado“), con la aparición del talentoso Jacob Valenzuela acompañado de la española Amparo Sánchez, de Amparanoia, en los coros.

Después de la segunda escucha y a pesar de lo que en el papel se pudiera pensar, la conclusión es que tal vez este no sea un disco para iniciarse en la mezcolanza sónica de Caléxico. No tiene la sorpresa de Hot rail (2000) ni la belleza de In the reins (2005), a pesar de responder a la perfección a la exploración musical mestiza a la que nos han malacostumbrado Burns y Convertino.

El problema es que a la luz de su discografía, Carried to dust parece un pariente pobre de Feast of wire, con canciones que incluso es posible emparentar con facilidad, como las guitarras ahogadas de “Victor Jara’s hands” y “Quattro (World drifts in)”, o el armónico vals de “The new about William” con “Across the wire”. Por eso la última entrega de Caléxico resulta ser un disco sólo correcto, cuya única apuesta es volver a los comienzos. Obviamente, volver a los inicios y a partir de ahí para estructurar lo que sigue dista de estar mal, pero para quienes han llevado el pastiche musical a una nueva dimensión, parece ser sólo una piedra en la bota vaquera antes que un doloroso porrazo en el rodeo.