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En el casi bizarro mundo Calexico se está jugando entre la belleza, fealdad y la melancolía. En Garden ruin, como siempre, se han aislado de una estética única, de géneros fijos. Hace ya largos años que se hacen notar en ese variopinto musical manejado como anillo al dedo por Joey Burns y John Convertino, cerebros de este proyecto. Aquí manifiestan una ambigüedad anímica, ampliando horizontes y mostrando un lado que se hace ajeno, una metamorfosis que se escucha más madura y accesible, perdurable en todo sentido.

Esa rica esencia alimentada por las raíces americanas fronterizas se presenta en una estrambótica unión de sonidos, desde un folk atemporal hasta ritmos latinos, vista en trabajos como Hot rail (1998) o A feast of wire (2003).

Esos caprichos propios y ese lenguaje expresivo de reinventar sonidos siguen siendo prioritarios, pero ahora, con Garden ruin, se trata de mantener este paisaje pintándolo con otros colores. Es decir, con una bilis de folk/rock llena de esencia, con tonos reflexivos y espacios íntimos, que hacen que esta inflexión sea sustancial y positiva para su trayectoria.

Todo esto no quiere decir que la creatividad se haya agotado; toda esa transversalidad musical es un sello habitual en Calexico. Ya desde antes, además, vienen realizando una infinidad de colaboraciones con otros grupos y/o solistas, como el EP In the reins (Touch and Go, 2005) junto a Iron and Wine, donde recalcaron el tono nebuloso y taciturno, con olor a influencias como Belle and Sebastian, Arcade Fire, Neko Case y, obviamente, Bod Dylan.

Dentro de este séptimo trabajo de Burns y Convertino, se encuentra la venenosa introducción ‘Cruel’, una balada contemplativa que mantiene la fuerza habitual de Calexico; la abúlica ‘Yours and mine’, con pequeños arreglos, que descara casi por completo ese sonido americano o new folk. Esto se desvanece con ‘Letter to Bowie knife’ totalmente desquiciada. También con la hipnótica ‘Roka’, que sigue teniendo esa enmarañada trama lúgubre, musical y lírica, propia de la marca Calexico. Luego, la delicada y simple ‘Smash’, y la destacable ‘Nom de plume’, una sonata cantada en francés.

Bajo este caparazón conceptual, Garden ruin es un disco con personalidad propia, una profunda confesión que no se agota. Deja descolocado. Es casi insospechado hasta dónde puede llegar la creatividad de Calexico, que nuevamente, en tantos movimientos, logra imponerse y salir victorioso.