Camille – Music Hole (EMI) Roberto Doverisnoviembre 24, 2008Discos2 comentarios La francesa de las mil voces regresa con un nuevo disco cuyos principios ya eran observables en Le Fil (2006). Quizás por eso Music Hole no ha causado tanto revuelo como su predecesor, pero el factor sorpresa acá no es lo importante sino poder sumergirse en el ritmo de la cantautora, entrar en sus lógicas divertidas que van saltando de estilo en estilo sin prejuicios y de acuerdo a una línea personal y muy experimental. Demasiado rebuscada tal vez, Camille construye la canción a partir de varios loops de voces, manteniendo un ritmo fragmentado que se va contraponiendo a otras voces e incluso a los bajos humanos que otorgan el pulso en temas como ‘Canards sauvages’ o ‘Home is where it hurts’, tal cual como lo hubiera hecho Björk en el escalofriante Medulla (One Little Indian, 2004). Así, en base a diferentes melodías vocales, suspiros, frases susurradas, agua, piano, loops, coros angelicales o diferentes maneras de la utilización de la voz, Music Hole va pasando por el R&B, el soul, el musical, el canto gregoriano, colindando en las cercanías del hip hop, del pop, de la música de cabaret pero, sobre todo, del funk. Es interesante ver cómo se van construyendo las canciones a medida que se desarrollan. En un inicio ingresa exclusivamente la voz que cumple la función de percusión y así, sucesivamente, van entrando otros loops y otras puntuaciones que le dan cuerpo a cada tema, dando una sensación de frescura y de improvisación. Probablemente Camille se reúna con un grupo de frikies iguales a ella, y trabajen las canciones de acuerdo a este principio de autonomía y espontaneidad. Sólo así se explica que haya explotado tan brillantemente todos los recursos que pueden proveer el cuerpo humano, incluyendo palmas, silbidos, palabras, ruidos, cachetadas y todo lo imaginable y que, en el mismo movimiento, haya atravesado por una cantidad de estilos tan disímiles y aparentemente irreconciliables. Se puede oler, además, la academia que hay detrás del proyecto de Camille pues la francesa no sólo es una maestra del ritmo y obsesiva en la búsqueda de nuevas formas sonoras sino que también, dentro de su propia experimentación, avanza a paso seguro gracias a todo el conocimiento que posee de las posibilidades de su voz. Pasa de una desafección naïve a una actitud punk agresiva en un solo movimiento, engolando la voz como una gruesa intérprete de opera o repitiendo frases como una máquina, suspirando como niño o cantando como una estrella pop. Esto hace además que se nos aparezca como una rareza esquizofrénica que incluso se golpea para sacar de su cuerpo nuevos sonidos o que de pronto se raya el rostro en medio de la interpretación, como lo hizo al presentarse en el Show de Jools Holland en 2006.