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Este debut de la nipona Caroline posee un inicio fílmico con trompetas a la usanza de los ’50, muy conmovedoras, para luego irrumpir con las programaciones que serán la médula del disco. Es un inicio prometedor que ya avecina lo que será Murmurs a lo largo de sus nueve canciones: pop naíf. La voz se nos presenta inmediatamente pueril y dulce, tiene su encanto pero corre el riesgo de que llegue a ser algo plana y carente de textura. Sin embargo, aunque resulte un álbum un tanto homogéneo y con pocos matices, la voz de Caroline sí tiene su carácter y puede llenar espacios vacíos volviéndose muy expresiva en ciertos momentos, a la vez que se fusiona a la perfección con los sonidos que ella pone sobre el tapete.

El pop dulzón de la japonesa tiene poco de novedad y no se presta para la experimentación. Estamos frente a composiciones que se enmarcan dentro de un estilo atmosférico muy definido y que su sello (Temporary Residence) promueve a través de bandas como Mono y Explotions in the Sky. Por otro lado, Caroline Lufkin ha ganado esta posición dentro del mundo de la música porque es capaz de poner en juego emociones, ritmos evocadores y nostálgicos a través de melodías pegajosas de no muchos recursos. La programación es bastante sencilla en el buen sentido, los sonidos son etéreos, agudos, escurridizos, y la presencia de pianos, harpa, campanas, guitarras y cuerdas conforman un mundo que evoca fantasía y colores, mundo que Caroline adorna con su voz y con su temperamento, siguiendo de lejos los pasos de Björk. La fórmula parece repetirse de principio a fin y puede parecer monótona si no se entra desde el principio en esta suerte de fábula, pero ayuda a que esta compositora defina una identidad a través de su trabajo y con esa identidad pueda efectivamente conmover a su receptor.

‘Sunrise’ es una canción que traspasa un fuerte sentimiento de nostalgia, sensación que atraviesa todo el disco de tal manera que en varias ocasiones se produce un nudo en la garganta. Es que Caroline hace dialogar con maestría pena y soledad con una pueril esperanza albergada en la música, lo que da como resultado una tristeza colorida y estetizada. Junto con ‘Everylittlething’ son las canciones mejor logradas en cuanto a melodía, fuerza y ritmo, aunque el single ‘Where is my love?’ tampoco está nada mal.

Murmurs habla de recuerdos, memoria, amor y romance pero sin volverse demasiado denso sino sólo una mirada inocente a través de estos sonidos provenientes desde extraños juguetes . En ‘Winter’, como cierre, Caroline se da espacio para expresar sus intenciones de un mundo mejor y más humano, mostrando con el fondo de esta bella y honesta ingenuidad la fuerza de su música, volviendo a ese aire retro y fílmico acompañada con una banda que te hace creer mientras dura la canción que efectivamente “volver la vida más dulce??? es más sencillo de lo que nos imaginamos.

Con este álbum y con su particular forma de cantar, Caroline se relaciona con la escandinava Stina Nordestam, Joanna Newsom, lo más reciente de Vanessa Paradis, la norteamericana Abra Moore y el dúo Cocorosie, aunque ella –quizás– preferiría estar en la lista junto con Múm, Monika Enterprise, Mono, L’Altra y otros nombres del pop ligado a la electrónica. Murmurs es un disco bello, tierno y preciso, pero queda la sensación de que Caroline tiene algo por hacer en el futuro, y que está dando, efectivamente, sus primeros pasos.