Algo pasa con este último disco de Cat Power. Algo. Varias palabras al respecto: más accesible, menos terrible, menos afectado, más luminoso.

Es como si a Chan Marshall le hubieran dado varias buenas noticias seguidas. Quizás un día de sol se miró al espejo y pensó algo así como “ehhhh… ya basta un rato de andar lamentándose tan terriblemente por la vida”.

Y no es que estemos frente a un disco alegre. No, no es para tanto. Pero algo pasó. Optimismo es otra palabra que me viene a la cabeza.

Y claro, la gracia de mujer-triste-afectada-de-por-vida de Chan Marshall, se pierde un poco. Esos saxos y silbidos en las canciones parecen venidos de otras latitudes. De algún disco de soul. Nota: Teenie Hodges, guitarrista habitual de Al Green, participa en el disco.

Menos Smog. Más Beth Orton. Un pie en el cielo y el otro en el infierno. No sé si es bueno o no. Es más, creo que es bastante bueno. Pero yo estaba acostumbrado a otras cosas, más aún viniendo de algo tan radical como Speaking for trees (Matador, 2004), ese film-disco donde ella canta por largos minutos. Sola con su guitarra, en medio de la vegetación.

Claro, hacia el final del disco no falta el tipo de canciones que nos hicieron parientes acongojados de Cat Power. Ahí están ‘Where is my love?’ o ‘Hate’, para decirnos “ojo, no están frente a una nueva y renovada Chan”.

Sin embargo, el pronóstico para hoy es un día caluroso. Sin nubes grises en el cielo. El invierno ya se ha ido y, lentamente, por entre las montañas, comienza a salir el sol.